Tormentoso andar

25/06/2014 03:00 Mario Mejía Actualizada 20:21
 
La ciudad no está para lluvias como la del pasado jueves y mucho menos los peatones, que se desdibujan ante la mirada de las autoridades.
 
Bajo millones de litros de agua,  truenos y centellas, los caminantes tuvimos que sortear ese día otro obstáculo: el policía de tránsito.
 
Durante estas contingencias, los  oficiales tienen la orden precisa de dar preferencia al avance de los coches que circulan en vías primarias, como una en la que intenté cruzar ese jueves de “clima bíblico”.
 
“¿ Poli, no ve que nos mojamos y queremos pasar?, le pregunté a un agente que controlaba el tránsito en el cruce de Reforma y Bucareli. 
 
Después de un buen rato bajo la lluvia, me acerqué a él para reclamarle y me contestó:
 
—¿Ve esa camarita de allá arriba?, mientras señalaba el ojo de vigilancia que el gobierno tiene en la zona.
 
“Si yo le doy preferencia a ustedes, me regañan porque desde ahí se controla el tránsito de Reforma, desde la central me indican cuándo debo parar el flujo”, confesó. 
 
Desilusionado, con cuerpo cortado, calentura, tos y poco tiempo para llegar a una cita con amigos en la zona del Ángel, traté de alcanzar la base de los autobuses que van hacia el Auditorio; fue una mala idea.
 
Mi capital ascendía a 30 pesos, tres monedas de diez, y las unidades del corredor no dan cambio.
 
Nos vimos en el Sanborns de  LaFragua y nos llenamos la boca de café,  filosofía portátil y mentadas de madre para el ojo que lo mira todo, menos a los peatones.
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