La vida es una secuencia de acciones que definen el día. Esa misma estructura está en el ADN y es la que dicta nuestra historia biológica y hasta el carácter.
El código binario da forma a los pixeles que encontramos en las fotografías, cuando las amplíamos los números 0 y 1 entran en juego para modificar su estructura secuencial.
El autor Juan José Millás cuestionó: ¿Y si venimos del mundo digital y acabamos de descubrir el mundo análogo? ¿Se imagina?
El escritor español juega con la hipotésis de que usted y yo venimos de los pixeles, teoría que no resulta tan descabellada si consideramos que las secuencias lo definen todo.
Me gustaría retomar esa idea y pensar que venimos de un mundo digitalizado, que nuestro origen fue un mundo de pixeles.
Si los accidentes se registraran en pixeles, una mano magistral podría revivir a una persona con sólo oprimir el comando de deshacer.
Así, nos levantaríamos reconstruidos del asfalto de inmediato y andaríamos en un dos por tres. Lo preocupante sería saber quién tendría el poder de oprimir Control Z en el teclado.
¿Es así como se maneja el Universo, que una mano anónima decida quién vive o muere en un percance o por causas naturales como un infarto?
Cuando camino, siempre me he preguntado si la ruta que piso es realmente cemento o un espacio imaginado por alguien en su afán de suministrarnos circunstancias que den sentido a nuestra vida.