Espejos sobre las calles

02/07/2014 05:00 Mario Mejía Actualizada 22:32
 
En días de lluvia la ciudad se ve reflejada en múltiples espejos de agua que se forman al azar y se  plantan al paso del viandante.
 
Sólo hay que echar un ojo a los charcos de las aceras mientras se camina para ver edificios tambaleantes, estructuras urbanas que estallan al pisarlas. 
 
En las banquetas también se dibujan palmeras y puestos de periódicos, pues la superficie que sostiene nuestro andar, revela el  rostro de nuestras sombras. 
 
Por ello, me puse a jugar a “la casa de los espejos”, con mi imagen reflejada desde el piso. 
 
Así me divertí viendo cómo me distorsionaba, me partía en dos, tres y hasta cuatro partes. 
 
Quería reflejarme por completo y busqué un charco más grande, pero no encontré uno que me pudiera alojar por completo y terminé por verme como un rompecabezas a ras de suelo.
 
Estaba tan ensimismado en la búsqueda de mi ser acuoso, que la gente  comenzó a mirarme extrañada.
 
Entonces me detuve y advertí que debajo de mí había un anuncio luminoso que no se deformaba ante el agua estancada. 
 
 Respiré profundo para capturar la imagen que confirma que todos los que andamos en la calle durante los días de lluvia, nos convertimos en un fragmento de un cuadro de Vincent van Gogh.
Esta imagen se retrataba en los ojos de un peatón en la Alameda, que lucía atormentado por sus problemas, tal  como el artista que cortó su oreja.
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