En pie de lucha

08/05/2014 04:07 Gabriel Cruz Actualizada 15:03
 

El exceso de velocidad, un conductor sin freno y el cruce desafortunado entre ambos marcaron la vida de El Abogado del Diablo, quien como lo hacía desde años atrás había tomado la carretera en busca de otra aventura luchística. Esa tarde, todo cambió.
Casi diez años antes empezó a darse de azotones. Reynosa lo vio nacer a la vida y a la lucha, presume varias máscaras y cabelleras ganadas y es el
campeón medio de Norteamérica, pero su mayor éxito ha sido contra el imponderable de haber perdido la pierna derecha tras aquel percance.
Su carrera iba subiendo, ya había pisado el Distrito Federal en un par de ocasiones, pero a una semana de volver la suerte lo puso a prueba.
Tras su máscara oculta el dolor de ese recuerdo. Se hace fuerte, pero se nota nervioso: “El 13 de abril del 2013 fue la última lucha que tuve en la Plaza de Toros de Cadereyta con mis dos piernas”.
Dos días más tarde salía de su trabajo rumbo a Laredo y tomó la carretera a bordo de su motocicleta: “Fue un lunes, desde que vi mi pierna supe que no había remedio. Recuerdo que los paramédicos no le entraban y les dije que hicieran lo que tenían que hacer. Yo sabía que no podía caerme”.
El día 19 estaba programado en una lucha campal en el Gimnasio Juan de la Barrera; no asistió, pero estuvo presente cuando sus compañeros le pusieron al torneo su nombre como homenaje.
“Estuve una semana en el hospital, seguía haciendo mis ejercicios. A los 17 días manejé solo hasta León, Guanajuato, para que me tomaran las medidas para hacer la prótesis”, recuerda.
— ¿Siempre supiste que seguirías?
— Claro, estaba vivo y volvería a luchar. Perdí una pierna, pero no la vida. Hay formas de sustituirla y eso no me iba a detener. Me entregaron la prótesis hasta el mes y medio, me preguntaban de dónde sacaba fuerza para entrenar, entonces no sabía explicarlo, hoy sé que es mi vida”.
— ¿Cómo fue tu regreso?
— En Dolores, Hidalgo, me aventé una lucha de exhibición y el 29 de julio ya hice una lucha en relevos atómicos en Río Bravo; al día siguiente, en Reynosa, y le seguí. No he parado. Lo importante fue que no me la pensé demasiado y seguí adelante, así es el destino y lo entendí bien”.
Al principio sólo usaba la prótesis para subir al ring, pero poco a poco se fue convirtiendo en una arma más sobre el enlonado, el soporte que lo mantenía: “No luchaba con ella, pero me cansaba más y un día que no tuve chance de quitármela probé. Ahora sólo me la quito cuando me aviento fuera del ring, ahora soy más rudo que
antes”, reconoce con entusiasmo.

LECCIÓN DE VIDA

— ¿Qué aprendiste de esta experiencia?
— Que todo está en uno mismo. Soy más humano, lo hago porque tengo que vivir. Cuando estaba en el hospital me compartieron un vídeo de un fisicoculturista con
prótesis; entonces dije que estaría en un evento así y ya lo hice, son retos que enfrento todos los días”.
Abogado de profesión, hoy defiende su lugar en el ring con un valor y esfuerzo que antes ni se imaginaba: “Todos los días me levanto a las seis de la mañana. Antes me valía todo, hoy soy más humano. La gente se me acerca mucho para pedirme consejos y lo único que digo es que hay que ser los mismos. Ahora trato de minimizar mis defectos, sé que soy una persona pública. Antes no corría, ahora, sin una pierna, lo hago, sé que soy un ejemplo para muchos”.
La lucha libre ha sido todo para él, desde pequeño quería ser como El Solitario y Mil Máscaras, sus amigos buscaban el futbol para distraerse, él empezó a entrenar a los 13 años.
Después, el destino lo puso en otro camino, “estuve en todo tipo de fuerzas policiales hasta el año 2000 que me salí y puse mi despacho. Cuatro años después en una función conocí a Cruz El Hermoso, me gustó su manera de luchar y después lo encontré y me llevó a entrenar”.
Un día que faltó un luchador lo subieron contra Cien Caras Júnior, le pusieron una revolcada que nunca se le  olvidará: “Hoy lucho con otra pasión y espero continuar así. Si me muero arriba del ring a todo dar, mi vida es esta, la elegí y a mi edad no busco nada más que trabajar y no doblarme. La discapacidad está en la mente, el cuerpo responde a lo que tu dices, hoy hago cosas que no hacía con dos piernas en el ring”.

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