Jefas de familia

09/05/2014 03:33 Cecilia Rosillo Actualizada 00:20
 

Ser mamá es una tarea llena de responsabilidades, entrega y dedicación pero si además se es mamá en este país, muy probablemente  se pertenece al grupo de mujeres que representan el  24.6% de la población que son jefas de familia.

Tan sólo en 40 años el porcentaje de  los hogares que son llevados por una mujer pasó de 17% a 24.6%; entre las razones está que ha aumentado la viudez, las separaciones y los divorcios.

Las madres solteras no es que estén de moda, pero resulta que 30% de las jefas de familia son viudas, 17% son solteras, 27.5% están separadas o divorciadas y en dos de cada tres hogares con mujeres a la cabeza hay ausencia de pareja (64.5%).

En estas circunstancias, obviamente sólo entra un sueldo y la madre en muchos casos se ve obligada a cumplir horarios más allá de la jornada completa, lo que las hace no poder pasar todo el tiempo que desean con sus pequeños. 

Y es que el  48% tienen al menos un niño de 0 a 14 años, 56.4% al menos un joven de 15 a 29 años, 76.6% tiene  un integrante de 30 a 59 años y en 36.2% un adulto mayor de 60 años y más, es decir, de ellas depende al menos un hijo y a veces los abuelos. Por ello, la participación económica de la jefa del hogar es de 48.5% y llega a 70.3% en las que tienen de 30 a 49 años.

Pero entre las presiones que tienen las madres solteras, además de conseguir el sustento del hogar, está que deben soportar el qué dirán de la sociedad respecto a su crianza. 

Uno de los retos es la competencia con el esquema tradicional, donde también figura el padre como aportador económico y sostén de seguridad de la familia, y que genera el mito y la duda de si los hogares monoparentales tienen la misma posibilidad de sacar hijos estables.

Lo cierto es que en ambos esquemas puede darse que sólo entre un ingreso a casa. La estabilidad emocional de los hijos se da de acuerdo con la confianza que la madre tiene en sí misma, independientemente de si está o no emparejada; por ello, no es esta circunstancia la que desestabiliza o desestructura a los hijos, sino la capacidad de la mamá para poner límites, guiar y educar asertivamente al niño.

Por ello, una de las bases de la seguridad materna es tener claro que todas las mujeres tienen limitaciones y estar conscientes de ellas, ya sea para superarlas o buscar ayuda,  no como algo indispensable sino como algo conveniente, como parte de los recursos que tiene, ya que  una madre soltera tiene más cansancio, tanto físico como mental, que una madre con pareja.

La maternidad es un proceso diario de aprendizaje en el que no se debe perder la autoconfianza y no se debe sentir decepcionada ni tomar como un fracaso las cosas que no salen como las había  planeado.

Sobreproteger a los hijos se deriva de lo anterior, lo que genera una relación de dependencia recíproca que en muchas ocasiones coarta la libertad de ambos; por eso, la educación debe transmitir seguridad y plenitud a través de los propios comportamientos. 

Así, aunque el hijo sea lo primero, también la mamá debe ocuparse de sí misma. Las madres solteras deben tener una vida social igual que cualquier mujer.

Pero no es recomendable que la madre soltera oriente sus relaciones sociales hacia la búsqueda de un hombre con quién conformar una familia tradicional, porque muchas veces ésto no lleva a una elección de pareja adecuada.

 

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