Instinto de seducción

03/06/2015 04:30 Cecilia Rosillo Actualizada 20:33
 
Elenguaje en lugar de haber sido forzado a existir por las exigencias de la supervivencia fue una función de las presiones de la selección sexual, así lo afirma el sicólogo Geoffrey Miller, autor del libro ‘La mente apareadora’, y fue la mujer la primera en darse cuenta de esta máxima.
 
Y es que la mujer se percató de que al entregarse al sexo, arriesgaba su vida y la ecuación sexo+embarazo+parto no siempre terminaba bien; por ello, dicen los antropólogos, empezó a pensar mejor si se apareaba con cualquiera y cuando fuera, pues la raza humana es de las poquísimas especies que tiene 12 oportunidades de concebir al año.
 
DANDO Y DANDO... Eso originó que la mujer fuera la primera en aprender que el instinto sexual podía reprimirse, y lo mejor: el sexo era un medio de obtener la satisfacción de otras necesidades.
 
Así, rechazó a los machos que sólo le otorgaban el disfrute sexual del momento y a aceptar a aquellos que, al menos, le procuraban alimento y poco a poco crear compromisos a cambio de sexo y, para ello, tenía que hablar.
 
Eso hizo que el hombre se convirtiera en el primer animal, y único en la Tierra, que mata por sexo y no sólo por hambre. En la prehistoria, el cazador de especies más grandes y peligrosas era quien ganaba más favores sexuales.
 
En la actualidad, estos bienes se han transformado en casas, alimento y, claro, dinero que asegura la vida de la mujer y su descendencia, y esto, a su vez, en medallas que el varón exhibe frente a los otros hombres.
 
La negociación del sexo se vio favorecida con el habla y para la mujer fue más fácil elegir al que hablaba mejor, porque era evidencia de un mayor desarrollo de la inteligencia.
Aunque el impulso para empezar a hablar fue similar para los dos, ambos desarrollaron el habla por razones diferentes. Mientras el hombre habló para conseguir sexo, la mujer habló para intercambiar información, evaluar al varón y calcular su seguridad.
 
Él habla para tener sexo. Hablar con otras mujeres sobre los hombres, dicen los antropólogos, le dio a la mujer la capacidad de comparar los argumentos de los hombres, saber lo que prometían y, evidentemente, saber lo que cumplían.
 
Así, las mujeres se daban cuenta si los hombres exageraban sus virtudes y si eran capaces de cumplir con los acuerdos y compromisos adquiridos para tener el favor del apareamiento.
 
Ellas arman vínculo. Con esto, también se desarrolló el vínculo femenino entre las mujeres; es decir, las mujeres se aliaron a través del lenguaje para expresar sus preocupaciones y aciertos, no sólo en la elección del macho, sino en la crianza y apareamiento de sus hijos. 
 
El hecho de que las mujeres se juntaran a platicar sus preocupaciones ayudó a criar a los hijos en comunidad y, con ello, se aseguró  de forma importante, la supervivencia de la especie. El consejo se convirtió en sabiduría. Parir se volvió un acto femenino de grupo. 

 

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