El recuerdo más grato que tengo de alguna fiesta de mis cumpleaños, fue a los nueve años cuando me llevaron un pastel enorme con un Batman en el centro. Creo que nunca he sido más feliz que aquella tarde, y el superhéroe quedó grabado en mis afectos más profundos.
Sin duda, el hombre murciélago se convirtió en mi héroe favorito y me encargué de comprar y coleccionar cuanta figura, camiseta, taza o llavero tuviera su imagen.
Con el tiempo, me dí cuenta que no era como los otros paladines de la justicia. No tenía la fuerza increíble ni podía volar como Superman, ni podía nadar bajo el agua sin tanque de oxígeno como Aquaman, tampoco tenía la velocidad de Flash ni se colgaba de telarañas o escalaba las paredes como el Hombre Araña. No, Batman era un hombre común como todos, que solamente buscaba la justicia y con la ayuda de equipo muy sofisticado, podía vencer a sus enemigos.
Más tarde empecé a notar que Bruce Wayne no era como Peter Parker ni Clark Kent. Era un hombre bastante retraído, serio, formal, amante del arte, sofisticado, benefactor de causas nobles y, sobre todo, no se le conocía novia alguna.
Generalmente, rechazaba las ofertas tentadoras de mujeres hermosas que se le ofrecían en los eventos de gala a los que asistía. Como Batman, se le ofrecieron muchas, incluso la misma Gatúbela sufrió sus desprecios y nunca entendí por qué. Mary Jane Watson era el sueño de Parker, y Luisa Lane, de Clark Kent. Batman no tenía. ¿Por qué? Porque Batman es ¡gay!
Vamos por partes: Es un hombre solitario que vive en una mansión decorada con el más exquisito gusto. No sale con mujeres (últimamente en una que otra película le han inventado romances, pero ¡bah!, ya es muy tarde para enclosetarlo de nuevo).
Llega un joven huérfano muy guapo que se mete en su vida de manera definitiva. Este hermoso joven es afecto a las motocicletas y para coseguir que se quede, Bruce decide regalarle la mejor de sus máquinas para convencerlo de no irse.
Viven solos en la enorme casa, sin mujeres, donde los atiende un anciano que tampoco se casó y que les confecciona sus trajes ajustados, con mallas pegadísimas y los costura nada más y nada menos que a ¡mano! ¿Curioso, el viejillo, no?.
Ricardo Tapia y Bruce Wayne viven un romance secreto tras las paredes de la enorme mansión. Nadie —sólo Alfred—, conoce el secreto y gozan la oscuridad de la Baticueva, para seguramente, hacer de las suyas cuando Ciudad Gótica duerme en paz.
"El joven maravilla" debe ser el objeto de pasión del madurito Wayne y el consentido de sus más entregadas noches de amor.
Según reportes, son Batman y Robin los que menos frecuentan las reuniones y los operativos de la liga de la justicia. Quizás se deba a que prefieren quedarse en casa a disfrutar de su romance sin interrupciones.
Querido lector, lamento haber destrozado a un par de tus héroes de juventud, pero todas las flechas apuntan a que Ricardo y Bruce son una pareja gay.
En otra ocasión analizaremos a la Mujer Maravilla que tampoco da color en eso de salir con hombres ni se le conoce un romance.
Para todos mis amiguitos gays les recuerdo que si un día se sienten tristes, cansados, deprimidos o escasos de deseos, lancen la batiseñal y vendrá Batman a rescatarnos bajo su oscura máscara y con su voz grave. No estamos solos, también tenemos a nuestro superhéroe gay.
