Dan sexo oral en un bar ¡en vivo!

Sexo 23/09/2016 05:00 Raúl Piña Actualizada 05:00
 

En  Berna, Suiza, hay un bar donde usted puede dar y recibir sexo oral en público, leo  en un portal de internet y después me río, pensando que a los suizos les llevamos mucha ventaja en eso de la clandestinidad en   bares y antros.

Hace poco más de 20 años, en   República de Ecuador, en el Centro Histórico de la CDMX, existía un lugar llamado "El 14".   No era lo que se podría llamar un sitio 'formal’, porque no era sino un galerón con mesas y sillas viejas que tenía una enorme pista de baile y que tocaba música variada. Recuerdo que fue ahí  donde por primera vez escuché a Selena. Le dedicaban media hora a sus canciones. Recién había muerto la cantante.

Nada de esto suena fuera de lo común, para nada. Lo diferente es que era un lugar frecuentado por gente gay, que iba a ligar soldados. Sí, leyó usted bien. La otra mitad de los parroquianos en ese sitio, eran jóvenes militares. Soldados razos, de tropa, algunos con grado, y los consentidos del Ejército: ¡los cadetes! 

Me atrevo a contarlo, porque era de todos conocido, que a ese lugar llegaban estos hombres a buscar sexo fácil, quién les pagara los tragos y hasta dinero a cambio por lo anterior descrito. ‘Chichifos’, como se le conoce en el lenguaje gay.

Al tiro de las dos de la mañana, se vendían boletos para una rifa. Los jóvenes militares compraban sus boletitos y esperaban ansiosos el resultado del sorteo. ¿El premio? Unas exuberantes chicas traídas del mismo barrio de Garibaldi que se desnudaban frente a todos y agasajaban a los ganadores con sexo oral, o de plano, el acto sexual completo. 

La audiencia “brava” los azuzaba o los abucheaba si aquellos muchachos —por la pena de ser vistos en público— no tenían erección. 

¡Puto! ¡Maricón! Y entre carcajadas y silbidos, el espectáculo daba inicio. Las finas damiselas  terminaban su 'actuación' y emprendían la graciosa huida, dejando a la gallera prendida de excitación y morbosidad. 

Era ahí donde los temerarios chicos gay  aprovechaban el momento e invitaban a los ya muy calientes "guachos" a su mesa, y entre cajas y cajas de cerveza, se llegaba a un acuerdo. 

A río revuelto, ganancia de pescadores. Los pleitos y golpes, incluso balazos, si no eran tan frecuentes, al menos no sorprendían a nadie. Podías ver  que algunos iban armados. Era de terror. Pero ahí seguíamos, en el 'revolú'.

Algunas noches, pasaba el "rondín" y no faltaba quien diera el pitazo y los militares se escondían en una bodega trasera para no ser descubiertos y después arrestados. La corte militar es muy severa.

El dueño del lugar  los protegía y escogía siempre a los más hermosos para su goce personal.  Cuenta la leyenda, que uno de estos hombres, lo mató, metiéndole un taladro por la cabeza. Insisto, no es más que una leyenda que no puedo reforzar con pruebas. Sólo un rumor.

Nadie recuerda por qué, ni cuándo lo cerraron. Pero la generación gay que lo vivió lo recuerda perfectamente.

Era un lugar denso que rebasaba el límite de la lujuria, casi en la depravación, incluso, iba más allá de la misma obscenidad. Era una ruta de escape para esos hombres que iban ahí, a exorcizarse.  A quemar su propios infiernos.

 Sin duda, un lugar legendario. Los suizos, ya no tienen nada que contarnos.

[email protected]

Google News - Elgrafico
Temas Relacionados
sexo oral gays bar relación sexual

Comentarios