Le doy y le doy a la morra, pero pienso en Antonio

Sexo 04/03/2016 05:00 Raúl Piña Actualizada 10:19
 

La fiesta terminó, la Navidad quedó atrás y sólo quedamos en la sala de aquella casa tan aburrida, así como fría, Isabel y yo.

Lucha Villa suena en el estéreo y las copas siguen sin parar.  

Ella pregunta: ¿Has estado con una  mujer? porque yo nunca he estado con un hombre", Isabel es lesbiana, yo soy gay y estamos solos y pedos entre historias de rompimientos de parejas. Ella con Julia, yo con Antonio.

"Chíngate otra —me dice— y vemos qué pasa. Su sonrisa pícara y coqueta me sugiere todo.  Me quiere coger.  Yo, borracho y curioso me dejo llevar.

Comienza —en su cuarto mientras todos duermen —a hacerme sexo oral. La chupa como nadie, pero yo no pienso en si es mujer o no, la tengo parada, y eso es lo que dicen los bugas (heteros) "la reata es reata en cualquier boca". Pienso en las veces —muchas— que he usado el mismo argumento para meterme a la cama a algún cabrón.

Se tira en la cama y me  avienta un condón. Yo en ‘divertido’ me lo pongo y comienzo a "darle a  la morra". Dicho sea de paso: muy guapa y con unas tetas que parecen volcanes a punto de reventar.   

Me la estoy cogiendo y miro para todos lados, menos a su cara. Por esta pared, “El Che" y más allá, Marilyn Monroe me sonríe sensual desde su vestido blanco y sus piernas espectaculares.

Ojalá Isabel estuviera así de putona pienso.

Le doy y le doy, y le doy, y  mi mente está en  Antonio.  Supongo que la de ella está en mi pito, que de tan caliente no se viene y ella disfruta como una gata en brama.  

"Más, dame más", me dice mientras yo me concentro en tratar de sentir placer y de ayudarla a ella, a sentir lo mismo. Pasan minutos y ella se chorrea como las mejores. Creo que es porque yo he tardado mucho.

Escucho: "Me vengo, me vengo", fácil como cinco veces. Yo sigo en la talacha. No me  distraigo, pero tampoco creo que es lo mío.  Le doy.  Me entrego. Me siento mal. Ella se siente perfecta, hasta que me dice: Yaaaaa yaaaa yaaaaaa paraaaaa  y es cuando le digo que no, que  falto yo.

Me vacío, me salgo y me tiró en la cama como se tiran todos los chacales.  No siento nada.  Lamento no ser su pareja —ni quiero—, pero no siento, no sentí nada.  Sólo la parte animal de coger y ya.

La última vez que la vi, fue en una conferencia en el Colegio de México y me reí (para mis adentros) creo que ella me usó más a mí  que yo a ella.

Le agradezco la oportunidad, porque después de eso me di cuenta, que lo mío, lo mío, no son las mujeres.

Creo que no cogería nunca más con una mujer, ni aunque fuera mi amiga, y ni aunque fuera Navidad.

 

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