Arcelia y Oliver no dejan de discutir todas las mañanas, todas las tardes, todas las noches.
¿El motivo? Su hijo Ulises. Mientras más pasa el tiempo, el pequeño muestra más ademanes afeminados y muy delicados. Oliver no soporta ver eso en su hijo. Arcelia no sabe qué hacer.
Han sido ya varias veces que Ulises llega llorando de la escuela y otras más, con visibles rastros de agresión física. Oliver no halla qué más hacer para enseñarlo a defenderse de los "buleadores" fuera de casa.
Arcelia sufre cada vez que ve que su niño llorar a solas y se ha vuelto introvertido y temeroso. Ulises es un jovencito de 14 años como cualquier otro, pero lo que lo hace diferente es su afición por el piano y la pintura. Nada raro en eso. No tiene amiguitos. Sólo amiguitas.
Oliver lo lleva —literalmente— a rastras a sus clases de Tae Kown Do y a su entrenamiento de futbol americano. Arcelia lo estimula para que deje la computadora y salga al parque a jugar en la tierra con los otros chavitos de su edad.
Ulises es tímido y se siente más seguro en casa. La última discusión fue provocada porque Oliver le dijo a Arcelia que llevaría al ‘niño’ con una puta para que lo estrenara como hombre. Total, no sería el primero ni el último.
Arcelia no puede creer lo que ha escuchado. Sus nervios no resisten más.
En el quicio de la puerta, el jovencito tiembla de miedo de sólo imaginar qué va a pasar cuando lo lleven con esa mujer que papá ha mencionado. Siente el mismo miedo como cuando le decían que se lo llevaría el ropavejero o los gitanos. Siente que se va a hacer pipí del terror. Corre asustado a su cuarto y abraza a ‘Mango’, su gatito de angora, ¡qué susto, qué horror!
Arcelia sigue gritando y tachando a Oliver de idiota, de macho, de irracional. Oliver le dice que así fue en su juventud. Se estrenó con una de la calle y su papá le pagó el ‘gustito’. ¿Por qué habría de ser diferente con su hijo?
Arcelia le grita que entonces se lleve a Oralia —hija de 16 años— a que también la ‘estrenen’ como mujer.
—No suena lógico —le grita.
—Vas a traumar al niño, ¿de dónde sacas eso?
—Estás loco, Oliver.
Oliver sube decidido al cuarto del pequeño y lo busca sin suerte.
Ulises no está en su habitación. Se ha escapado por el balcón del cuarto.
Se arman brigadas de amigos y vecinos para encontrar al jovencito.
El grito desgarrador de Oliver lo dice todo. Han encontrado al adolescente en el pavimento, arrasado por un autobús. Se ha dejado caer de un puente peatonal y los resultados son estremecedores.
Ulises ha muerto.
Como en cámara lenta se ve a Arcelia gritar y golpear a Oliver. Éste no hace, sino jalarse los cabellos y preguntar al cielo: ¿Por qué?
Oralia llora desconsolada, al lado del cuerpo de su hermanito y la calle sigue con el fluir de autos que tocan el claxon para avanzar y la tarde va cayendo, pintando el cielo de azules, dorados y ocres, mientras la sangre de Ulises tiñe la avenida.
Ojalá los padres dejaran de acosar a sus hijos y manejar sus vidas como si fueran objetos comprados en algún supermercado. Descansa en paz, Ulises querido.
