Controla tus emociones

Vida 31/01/2017 05:00 Víctor Jiménez Actualizada 05:00
 

¿Quién no quiere dar a sus hijos un buen trato para que crezcan en el mejor ambiente posible? Sin embargo, dado el nivel de estrés al que están expuestos los padres, no siempre se puede. Una madre soltera que hace malabares para cuidar de sus hijos, ir al trabajo y hacer las tareas de la casa, a veces no se porta muy amorosa. Al padre que vuelve cansado después de más de ocho horas de trabajo, el ajetreo del transporte público o la lluvia torrencial, le costará mucho ser cariñoso y ayudar a sus hijos con la tarea.

Volver al estado amoroso. Lo más difícil cuando los padres están bajo mucho estrés es mantener una actitud afable.

Volver a un estado amoroso requiere de un esfuerzo, quizás uno de los más grandes que hacen los padres. Éste consiste en regular las propias emociones para evitar explotar ante las demandas de los hijos. El estrés nos lleva con facilidad a perder el control de emociones como la ira; entonces les gritamos, los insultamos, les faltamos al respeto, somos injustos con ellos, los castigamos con severidad.

Y, muchas veces, los niños sólo quieren que se atiendan sus necesidades. En otras, simplemente se comportan de acuerdo a su edad. Recuerda, son niños. Cuando estamos relajados, su comportamiento no provoca estas reacciones. He ahí la importancia de aprender a regular las emociones.

El cambio debe provenir de ti. ¿Por qué ellos no cambian para que las cosas sean más sencillas en casa y todo funcione bien? Porque tu papel como padre o madre es el de orientar, crear buenas condiciones de crianza y ayudarlos a crecer. El cambio y el ejemplo deben venir de ti. Cuando tienes una actitud amable y estás más disponible, el niño cambia su forma de actuar. Seguramente lo has observado, tu hijo está más dispuesto a cooperar cuando se lo pides de buena manera. Claro, no esperes milagros. Quizás no suceda a la primera. Pero con constancia y práctica, puedes lograr una mayor cooperación y entendimiento.

Los niños aprenden de ti, por imitación. Si mantienes la calma en situaciones estresantes, les estás enseñando a que ellos también lo hagan. Cuando respondes de forma serena a sus peticiones, errores o travesuras, es más fácil que se dejen guiar y respeten reglas. Quizás no siempre puedas darles lo que quieren, pero sabrán que pueden obtener de ti amor, buen trato y respeto. Y para ellos, esto es muy valioso.

Puede ser difícil, pero moderar tu respuesta es un esfuerzo que vale la pena. Los hijos merecen la mejor versión de ti. La clave está en estar alerta a tus reacciones automáticas, resistirte al impulso de actuar de forma agresiva con gritos, manotazos, golpes, palabras ofensivas o amenazas. Para lograrlo, es necesario interrumpir tu reacción automática desmedida, por ejemplo, cuando tu hija derrama la leche. Para conseguirlo, tienes estas dos  opciones:

Detenerte y procesar la emoción. Déjate sentir la irritación plenamente en tu cuerpo, pero sin actuar tu emoción. Alejarte, salir un momento, puede ser de utilidad. Las emociones, después de un rato, se evaporan, pero lo hacen como el vapor de agua, poco a poco. Darles tiempo y acompañarlas atendiendo a tu respiración ayuda a que se disuelvan.

Pon atención a tu respiración. Esto ayuda a procesar la emoción. Cuando te enfocas en la respiración, tu cuerpo entra en un ritmo más lento, se siente más relajado y tu respiración poco a poco se hace más profunda. Así es más fácil volver al equilibrio. Practica volver a tu respiración en diferentes momentos del día: en medio del tráfico, cuando vas tarde a una cita, antes de hacer una llamada importante. Este ejercicio te servirá para cuando enfrentes situaciones estresantes con tus hijos.

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