Disciplina: guía para padres

26/05/2015 03:00 Víctor Jiménez Actualizada 21:36
 

Muchos padres piensan que tener reglas en casa provoca problemas 

y tensión en las relaciones. No podrían estar más equivocados. Sin reglas, la vida doméstica es caótica, estresante y difícil de manejar, porque los hijos no saben qué tienen permitido hacer y dónde están los límites para su comportamiento. Los criterios de comportamiento forman parte de la disciplina del hogar, establecen límites y hacen a los hijos responsables. Cuando los padres refuerzan los límites en casa, les dan estructura a sus hijos, les enseñan a monitorear su propia conducta y les inculcan valores. 

Hay que cuidar la relación. Al implantar criterios para el comportamiento de los hijos, los padres deben tomar en cuenta tres aspectos: la conducta observable, por ejemplo, los hijos dejan la ropa tirada en el suelo; la autoestima y el respeto a los pequeños y el cuidado de la relación: evitar que la relación padre-hijo se dañe al aplicar las reglas y ejercer la disciplina. 

¿Negociables o no negociables?Hay dos tipos de reglas, las negociables y las categóricas. Las primeras se pueden aplicar con respecto a qué ropa comprar, los horarios para ir a la cama y dónde y cuándo deben hacer la tarea. Estas pueden variar conforme a la edad: habrá más margen para negociar en la medida en que el niño sea más maduro. El mero hecho de involucrar a los hijos en esta negociación les ayuda a pensar y argumentar sus razones y defender sus deseos. Al participar activamente en el establecimiento de lo permitido y lo prohibido, los niños están más dispuestos a cooperar para cumplir con ellas. Con las reglas categóricas no hay lugar a discusión. Muchas de éstas tienen que ver con aspectos de seguridad: los padres no consultan al pequeño acerca del uso del cinturón de seguridad, simplemente le indican que lo use. 

Mientras más pequeño sea el niño, los padres tendrán más control sobre él por medio de estas reglas no negociables. 

Reglas efectivas. Hay dos tipos de reglas efectivas, para que el establecimiento de reglas funcione, éstas deben ser claras y específicas: no comer en la sala, no usar su teléfono durante las comidas en familia, recoger los juguetes al terminar de jugar. Estas normas de conducta se deben comunicar a los hijos antes de ponerlas en práctica. Al idearlas, se debe considerar la edad del pequeño, su temperamento y sus habilidades. Si se trata de un niño inquieto, es poco razonable pedirle que se mantenga sentado por mucho tiempo. Y algo muy importante: los padres deben ser un buen modelo a seguir, ellos mismos deben respetar lo dispuesto.

 

Hay que tener un plan B. Crear las pautas de comportamiento no garantiza que los niños las vayan a respetar. Se debe pensar en la forma de lidiar con el rompimiento de estas reglas. Incluso, cuando se les hacen saber a los menores, también se les deben comunicar las consecuencias de no cumplirlas. Conforme se pueda negociar más con ellos, también se podrán establecer, de manera conjunta, las consecuencias del incumplimiento. Es probable que tus hijos se quejen de las reglas, se resistan a ellas o refunfuñen. Si les explicas de modo razonable y respetuoso los motivos detrás de éstas, quizás las acepten con más facilidad. Lejos de provocar problemas en casa, las reglas contribuyen a eliminar los conflictos relacionados con el orden. En algún momento del futuro, tus hijos voltearán hacia atrás y apreciarán tu contribución para que se conviertan en adultos respetuosos, responsables, disciplinados y confiables. 

 

 

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