¿Puedes cambiar a los demás?

Vida 25/04/2017 05:00 Víctor Jiménez Actualizada 05:00
 

Es común encontrar en las columnas de consejos emocionales preguntas como: “¿Qué puedo hacer para que mi esposo deje de ser infiel?” En la terapia psicológica tampoco faltan peticiones de este tipo: “Quiero lograr que mi hija deje de ser lesbiana” o “Necesito orientación para impedir que mi hijo se case con esa mujer”.

Como te podrás imaginar, resulta muy difícil para el terapeuta cumplir con estas expectativas. ¿Por qué? Porque no es posible cambiar a los demás. Tan solo podemos decidir hacer cambios en las acciones y actitudes propias, nunca en las ajenas. E incluso los cambios que están en nuestras manos pueden requerir, en ocasiones, mucho esfuerzo de nuestra parte. Y aun así, hay cosas que no podemos cambiar en nosotros mismos. Por ejemplo, algunos rasgos de personalidad, como el perfeccionismo, se pueden modular, pero siempre estarán presentes. ¡Imagínate tratar de cambiar las actitudes y decisiones de los demás!

La pregunta a plantearnos es más bien: ¿Cómo dejo mi deseo de cambiar a los demás? Con el fin de darte algunas ideas, he aquí la respuesta a expectativas comunes en las personas:

“¿Cómo hago para que mi hermana deje de involucrarse con hombres celosos?” Evidentemente, la persona que hace esta pregunta está preocupada por su hermana y desea lo mejor para ella. Quizás está demasiado preocupada, o incluso obsesionada, si plantea esta pregunta. Lo verdaderamente importante es por qué le preocupan tanto las elecciones de su hermana. También llama la atención que quiera cambiar la forma de actuar de su familiar, algo imposible de hacer. Hay que admitir nuestras limitaciones. No tenemos el poder de hacer que otros cambien. Podemos aconsejar, orientar, sugerir, advertir, pero la decisión final sobre qué hacer y cómo hacerlo no está en nuestras manos. Estamos limitados cuando se trata de modificar la forma de pensar o actuar de los demás. Asumir esto puede evitarnos mucho dolor y frustración.

“Mi novio no se compromete. ¿Qué puedo hacer?” El amor y el compromiso no se pueden forzar. El amor es involuntario y surge de manera inesperada. No elegimos de quién enamorarnos. Tampoco nos enamoramos a voluntad. El compromiso involucra voluntad y acción. Y éstas dependen solo de quien en verdad desea estar en pareja. No podemos hacer que alguien se comprometa en una relación. Podemos motivar a un hijo o amigo a que se comprometa con sus estudios, pero la decisión última es suya. Es imposible motivar a alguien a que se comprometa con uno en una relación. ¿Cómo lo podríamos hacer? ¿Diciéndole: “Vamos, comprométete, ¡échale ganas! ¡Quiéreme!? Quien te quiere y desea estar contigo se hace presente y se compromete. Quien no, simplemente te lo hacer saber por medio de sus actitudes.

“Quiero que mi compañero de trabajo deje de ser un patán”. Sobre la forma de actuar de alguien más tenemos muy poco control. Si tu compañero es un patán, claro está, siempre puedes poner límites, pedir respeto, señalarle algunas de las conductas que te resultan desagradables. Pero sólo él puede elegir cambiar o no. Sería bueno que pensaras qué hacer si decide no cambiar. Cuando alguien no tiene la disposición a modificar lo que molesta al otro, está enviando el mensaje de que no le interesa estar en buenos términos en una relación. Es mejor alejarse y/o limitar la interacción sólo a lo necesario.

Nuestro comportamiento puede tener cierta influencia sobre los demás. Es posible ayudar a otros a estar mejor, pedirles que nos traten bien. Pero si alguien no quiere cambiar, no habrá poder humano que lo convenza de ello. Pensar que con tu voluntad vas a lograr que cambie sólo traerá frustración a tu vida.

 

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