Sé tu mejor amigo

Vida 24/10/2017 05:00 Víctor Jiménez Actualizada 08:29
 

Vivimos en una sociedad que no promueve el cuidado y el amor hacia uno mismo. Y no estoy hablando de un amor narcisista y egocéntrico, sino de actitudes bondadosas y gentiles hacia uno mismo. En lugar del amor hacia uno mismo se invita a la crítica severa, por ejemplo, hacia la apariencia: “Con lo gorda que estoy, ¿quién se va a fijar en mí?”. Se nos enseña a compararnos desfavorablemente con otros en términos de trabajo y habilidades, o como padre o madre. Es común la autotortura después de un rompimiento por “no haber hecho lo suficiente para que la relación funcionara”.

Cuando somos duros con nosotros mismos, ¿cómo nos sentimos? Tú, ¿cómo te sientes: seguro, calmado y motivado? ¿O más bien te sientes desmotivado y deprimido? Es probable que tu energía baje y tengas una sensación de desagrado. Quizás incluso llegues a pensar que eres el único que pasa por este tipo de cosas, el único que se equivoca, imperfecto, cuando los demás hacen todo bien. Y qué desagradable sensación la de sentirse “defectuoso”, diferente al resto de la humanidad.

Un cambio de actitud.

¿Cómo crees que te sentirías si ante tus errores, acciones y capacidades individuales tuvieras una actitud más benévola, de mayor aceptación? Esto involucraría dejar de acusarte de perezoso o reclamarte porque tu esfuerzo nunca es suficiente. Y en vez de eso, verte de manera comprensiva y afectuosa, reconfortarte porque lo estás pasando mal, sí quizás a causa de tus errores. Pero ¿quién no comete errores? Una buena política cuando estamos pasando por un momento difícil es tratarnos suavemente, con cariño, porque lo necesitamos. Cuando lo estamos pasando mal, lo que menos necesitamos es culparnos, atormentarnos, maltratarnos. Es precisamente en esos momentos cuando más requerimos de nuestro apoyo incondicional, cuidado y contención.

Palabras reconfortantes. Te propongo un ejercicio, inspirado en el trabajo de auto-cuidado desarrollado por la psicóloga e investigadora estadounidense Kristin Neff:

1. Piensa en algo con lo que te sientes inconforme o no te gusta acerca de ti mismo. Anótalo en un papel. Puede ser la forma de relacionarte con tu pareja, algún aspecto de tu apariencia física, tu forma de actuar ante los problemas o un rasgo de tu personalidad. Cuando piensas en esto, ¿cómo te sientes: enojado, inseguro, triste, desmotivado? Toma contacto con tus sensaciones y emociones, y escribe lo que sientes.

2. Ahora piensa en una persona aceptante, gentil, amorosa. Puede ser alguien cercano, un personaje famoso, o alguien que ya murió. Se trata de jugar un poco con la fantasía. Imagina que esta persona conoce bien tus fortalezas y debilidades, especialmente este aspecto con el que no te sientes bien. Recuerda, te acepta y apoya de manera incondicional, sin importar tus imperfecciones. Lo hace pues conoce bien al ser humano, sus limitaciones y su potencial. Sabe que lo que te molesta es producto de muchos factores, algunos de los cuales tú no elegiste: tus genes, tu historia familiar, las circunstancias de tu vida.

3. Escribe una carta dirigida a ti, de parte de esta persona para comentarte acerca de lo que rechazas o percibes como inconveniente. ¿Cómo te apoya con respecto a esa “imperfección”? ¿Qué te dice acerca de tu tendencia a juzgarte con dureza? Quizás te recuerde que solo eres un ser humano, con fortalezas y debilidades. ¿Qué cambios te sugiere? Escribe desde su perspectiva afectuosa y aceptante, que desea tu bienestar y felicidad.

4. No leas la carta, déjala “reposar” por unas horas. Después, léela y absorbe el mensaje y la actitud amorosa. A ver si puedes notar el efecto calmante y reconfortante de esas palabras. Hazte consciente de que quien escribió la carta eres tú mismo. La escribiste desde una parte amorosa y aceptante que hay en ti. Este ejercicio te puede servir para notar la diferencia entre actuar como tu peor crítico o tu mejor amigo.

Sígueme en facebook.com/vjimenez67

Google News - Elgrafico
Temas Relacionados
autoestima salud emocional felicidad

Comentarios