Aligera la pesada carga de la culpa

20/05/2014 03:00 Víctor Jiménez Actualizada 18:25
 

La culpabilidad es un tema muy recurrente en las sesiones terapéuticas. Los sentimientos de culpa son el producto de la autoexigencia, la tendencia al pensamiento obsesivo, el perfeccionismo o una estricta educación religiosa. La culpa puede ser consciente o inconsciente. De uno u otro tipo, su efecto más pernicioso es la pérdida de tranquilidad y de energía mental y emocional.Aquí sugiero algunas ideas para aminorar el efecto perjudicial de la culpa consciente. Estas ideas son aplicables a sentimientos derivados de acciones que, a pesar de no ser tan graves, provocan culpabilidad.

VE LAS COSAS DESDE OTRO ÁNGULO. Detente por unos momentos y observa las cosas a la distancia. A veces es necesario tomar distancia física y mental, por ejemplo, reflexionar acerca de lo que sientes mientras estás en otra ciudad o alejado de casa. Pregúntate si eso con lo que te atormentas seguirá siendo relevante dentro de cinco años. Si la respuesta es sí, quizás necesites analizar más la situación con el apoyo de un terapeuta. Si la respuesta es no, deja de gastar tu energía mental y de provocarte malestar. Hay muchas cosas que, pasado el tiempo, pierden su importancia.

TIENES DERECHO A SER FELIZ. Algunas personas se sienten culpables por hacer lo que les agrada o es bueno para ellas: salir con su pareja y dejar sola a mamá por unas horas; tomarse un fin de semana o una tarde libre; defender sus puntos de vista ante sus padres. Recuerda que, para poder ofrecer algo a los demás, es esencial haber cubierto tus propias necesidades.

SÉ COMPRENSIVO CONTIGO MISMO. Algunos sentimientos de culpa se apoyan en la autoexigencia. Aprende a mostrar más compasión por ti mismo. Ten en cuenta que en cada momento de tu existencia actúas de la mejor forma posible, para ti y para los demás. De acuerdo, quizás ahora, con más conocimiento y experiencia, harías las cosas de manera diferente a como las hiciste en el pasado, por ejemplo, educar a tus hijos de otra forma. Pero recuerda que en tus acciones utilizas los recursos y el conocimiento con que cuentas en cada momento.

DETÉN TUS PENSAMIENTOS OBSESIVOS. No tiene caso pensar en cómo podrías o deberías haber actuado. A menos que tengas una máquina del tiempo, no puedes cambiar el pasado, pero sí crearte un mejor presente. Una vez que hayas logrado aprender de una conducta incorrecta o indeseable, ya no te sirve darle más vueltas. Suéltalo y sigue adelante. Rumiar acerca de lo que pudo ser no va a cambiar las cosas. En su lugar, repara el daño hecho, si esto es posible, y ofrece una disculpa.

PIENSA EN POSITIVO. El tormento de la culpa te puede perseguir por tanto tiempo como tú lo permitas. Hay quienes, una vez que han rectificado el daño y ofrecido disculpas, siguen sintiéndose culpables. Si este es tu caso, repite mentalmente lo siguiente: “De acuerdo, cometí un error. Ya lo reparé de la mejor forma en que puedo hacerlo. Ya aprendí mi lección y tendré más cuidado la próxima vez. Es momento de continuar con mi vida”.

UTILIZA EL PODER DEL HABLA. Platica con alguien de tu confianza acerca de tu sentimiento de culpa. Pídele que te escuche y te dé su opinión. Siempre sirve tener una perspectiva ajena de las cosas. Además, el mero hecho de hablar acerca de ello y de escucharte a ti mismo trae alivio. No es lo mismo sólo pensarlo, que escucharte y decírselo a alguien más.

Espero que estas recomendaciones te ayuden a liberarte de la pesada carga de la culpa y a conseguir un mayor bienestar físico y mental.

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