Te provocan culpa

Vida 16/05/2017 05:00 Víctor Jiménez Actualizada 05:04
 

“Tú eres la culpable de que estemos en tal situación”. “¿Cómo me has permitido ir vestida de esa forma a la reunión?”. “No puedo creer que me estés reclamando por algo tan insignificante”. ¿Te suenan familiares estos comentarios? Son típicos de quien quiere hacerte sentir culpable para eludir su responsabilidad o para que cambies tu forma de actuar. Esta estrategia es una forma de manipular.

¿Cuándo fue la última vez te alguien te hizo sentir culpable para que hicieras o dejaras de hacer algo? La inducción de culpa no siempre es directa y tan clara como en los comentarios al inicio. Con frecuencia es sutil, no aparente. “¿Para ésto me maté tres horas cocinando, para que sólo comas un platito de guisado?”, reclama la esposa y madre a su familia en un intento de que coman un plato más de la comida que preparó. Pero quien sí se entera de la intención es la víctima del culpígeno, el que origina la culpa. “Está bien, no vengas al cumpleaños de tu hermana. Supongo que la familia ya no es tan importante en tu vida”, le dice el padre al hijo para que cambie de opinión. Muchos no se dan cuenta de que están manipulando a través de la culpabilidad. Consciente o no, el objetivo es el mismo: controlar la conducta ajena.

¿Utilizar la culpa es una buena estrategia? Manipular a través de la culpa es una estrategia exitosa pues es fácil que el receptor de la culpa caiga en el juego, acepte cambiar su comportamiento o decisión original y cumpla con los deseos del culpígeno. Es así porque este tipo de manipulación se da más frecuentemente entre personas con una relación afectiva: miembros de una pareja, padres- hijos, amigos cercanos. En estos casos la cercanía emocional impide que la persona manipulada se resista a la manipulación. Pero el éxito que se obtiene a través de la culpa no viene sin un precio a pagar. Esto es algo que los culpígenos no toman en cuenta. 

El manipulador está tan concentrado en conseguir su objetivo que se ciega al daño que genera en los demás y en su relación.

Hay un alto costo por hacer a otro sentirse culpable para que actúe de cierta manera. Es el intenso resentimiento hacia el manipulador. Con el resentimiento viene la lejanía emocional y la tensión en la relación. A largo plazo, el impacto de su método de manipulación puede resultar contraproducente. Al descubrir la intención del culpígeno, la víctima actúa con rebeldía, resistiéndose al control. 

Imagina el resentimiento o la reacción de rebeldía de la hija cuyo padre le recuerda el gran esfuerzo que hace para sacarla adelante. O peor aún, si le dice algo como: “Estoy tan avergonzado de tu forma de actuar”.

Es importante comunicarnos de manera clara y directa. Si pides las cosas con amabilidad, la probabilidad de obtener lo deseado es mayor. Si no lo consigues, recuerda que no siempre vas a tener lo que quieres. Acéptalo y déjalo ir. De cualquier manera, no habrás dañado la relación. No es necesario utilizar la culpa para obtener lo que necesitas o quieres. “Me gustaría mucho que vinieras al cumpleaños de tu hermana” es una mejor opción que “Claro, tu familia no cuenta”. 

Puedes evitar el resentimiento del otro si respetas sus decisiones y usas la persuasión en lugar de la “fuerza de la culpa”.

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