Nobles y rejegos, todos rehabilitan

La roja 01/03/2016 22:15 Actualizada 14:35

 

Cacahuate es tranquilo y adaptable. ‘Andaluz’, incansable y fortachón. ‘La Güera’ es altanera y acelerada, por eso siempre le tocan los alumnos con déficit de atención. A su lado, están ‘Centella’, rejego, pero muy noble. 

Todos ellos son caballos entrenados para que llegado el momento, enfilen sus patas, agudicen sus orejas y utilicen su temperamento para ayudar. 

Los acompañan los 36 instructores con los que trabajan. Jinetes certificados por la Asociación Mexicana de Equinoterapia que, además de rehabilitar a pacientes con autismo, hiperactividad, Síndrome de Down, Aspeger, epilepsia e insomnio, forman parte de la Policía Montada de la Ciudad de México. 

Caballo y hombre son el binomio perfecto en esta terapia alternativa de atención. 

Uno —el caballo— se pone las riendas y avanza con fuerza en paso tridimensional, que emite impulsos tónicos para transmitir el calor —39 grados— con el que niños de 2 a 15 años recuperan su confianza y seguridad en sí mismos, abriendo la puerta al contacto humano que necesitan. 

Otro —el entrenador— identifica los rasgos más urgentes para trabajar en los niños, y por medio de ejercicios con aros y pelotas, desarrolla capacidades neuro y sicomotoras de su cuerpo.

A voz tranquila y pausada, juntos recorren la pista de arena con sus alumnos, con el objetivo de mostrarle al cerebro, el correcto funcionamiento de esas partes del cuerpo de las que los niños no son conscientes. 

“Cada entrenador trata diagnósticos diferentes porque depende de la personalidad del terapeuta y del caballo. Algunos trabajan con dureza y otros con más suavidad. Son personalidades que se unen para ayudar de manera totalmente altruista”, comenta José Luis Mendoza Solís, policía segundo con 22 años de servicio, quien junto con ‘Marte’, uno de los dos caballos que tiene a su cargo, ha ayudado mediante hipoterapia pasiva, activa y monta terapéutica a niños como Bruno, un alumno diagnosticado con epilepsia que después de cinco meses logró superar los ataques nocturnos y mejorar su vida escolar. 

Aunque no todos los caballos son capaces de apoyar en terapia, muchos otros nacen con vocación. Por ejemplo, ‘Martina’, una yegua de edad avanzada que entre jinetes y briosos es ya una leyenda porque obedece el galope o trote lento que su instructor pide, además de mostrarse empática con los niños que la buscan para montar. 

“La principal rehabilitación que deja esta terapia en los niños es lograr que dominen su miedo, tratarlos como iguales y recuperar su autoestima. Eso es nuestra principal satisfacción”, comenta José Luis, antes de seguir trabajando.

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