¿Existen los padres perfectos?

Vida 27/03/2016 12:29 Redacción Actualizada 12:29
 

Por Irma Gallo.

A menudo, cuando regreso de trabajar estoy tan cansada que siento que no puedo más. Aviento la bolsa lo más lejos que puedo, me quito los zapatos y me tiro en el futón.

Entonces llega mi niña y quiere platicar: desde cómo le fue en la escuela hasta que Lady Gaga subió otra foto de su perrita, ‘Miss Asia’, modelando bolsos de Coach.

Debo confesar que a veces pierdo la paciencia y pienso “¡estoy muerta de trabajar todo el día y lo único que quiero es un poco de silencio!”, pero al ver su carita de decepción cuando se da cuenta de mi actitud impaciente, de inmediato me siento la peor mamá del mundo.

Lo malo es que cuando quiero reaccionar ella ya se encerró en su recámara (previo portazo, por supuesto).

Pensando mucho en por qué las mamás y los papás a menudo sentimos que no estamos a la altura del reto que tenemos en frente (paquetote, dirían los que saben), me encontré con el libro “Por tus hijos te conocerán” (Pax, 2016) de Raquel Guerrero, sicóloga clínica, experta en problemas de lenguaje, aprendizaje y conducta en niños, quien durante años de práctica ha tratado con cientos de padres y conoce muy bien sus dudas y temores.

Nos juzgamos con demasiada severidad. “Se nos olvida que nuestr@ hij@ no nos está juzgando.

Lo que quiere es que l@ amemos y le demostremos nuestro amor”, me dice Raquel.

Al mismo tiempo, y por paradójico que pueda parecer, aunque según esta especialista, aproximadamente 20% de l@s niñ@s en todo el mundo (sin importar su condición económica ni social, su sexo o su grado de escolaridad) tienen problemas de conducta, aprendizaje o lenguaje, “nos cuesta mucho trabajo reconocer que nuestr@s hij@s tengan problemas y pensamos que es nuestra culpa. Tendemos a pensar que algo hicimos mal para que nuestr@s hij@s no hablen bien, no aprendan con facilidad y no se comporten como se supone que deberían hacerlo”.

Círculo vicioso. Es normal que esperemos que después de haberlos esperado con tanta ilusión durante el embarazo (o desde que planeamos tenerlos), una vez que llegan al mundo deseamos que nuestr@s hij@s sean perfectos. O lo que nosotros consideramos así. Pero es muy probable que hayamos creado una imagen que quizá no corresponda con la realidad, y lo peor es cuando se crea un círculo vicioso como este:

Yo creo que eres perfect@, pero tú sacas un 6 en matemáticas; entonces yo no lo acepto y te regaño, te hago sentir muy mal y al final, acabo sintiéndome la peor madre (o el peor padre) del mundo.

Raquel Guerrero advierte al respecto de estas situaciones: “Nuestro hijo no obedece y no cambia, no porque no quiera, sino porque no puede. No es fácil aceptar que no es tan inteligente, fuerte o decidido como soñamos. Al negarnos a estar equivocados, exigimos sin control. Mentimos, asustamos, chantajeamos, manipulamos, incluso llegamos a los golpes”.

¿Cómo ser mejores?

1. No intentes que tu hij@ sea lo que tú soñaste. Escúchal@, entiéndel@, ayúdal@ en lo que puedas (y si no puedes, busca ayuda profesional) y acéptal@ como lo que es.

2. Si estás cansad@ y tu hij@ quiere platicar, jugar, ir al parque o ver una película contigo, trata de complacerl@. Pero lleguen a acuerdos: explícale que pueden compartir un tiempo juntos (fijen media hora o una, por ejemplo) y que luego necesitas descansar. No lo chantajees con frases como: “trabajo todo el día para que tengas escuela, casa, comida, etc., y merezco descansar”.

3. Jamás lo compares con otr@ niñ@: “Fulanit@ va muy bien en la escuela y tú sacas 6 en matemáticas”; mejor pregúntale qué está pasando y cómo l@ puedes ayudar. No se trata de consentirlo y dejarlo hacer lo que quiera; si el problema es mayor, recurre a un especialista.

4. Búscate tu tiempo. Cuando tus hij@s duerman o salgan con familiares o amigos lee una novela, ve una película de esas que a ell@s no les interesan o les aburren (o no son adecuadas para su edad), sal con amig@s, haz ejercicio, etc. Saca el estrés y cuando estés con tu hij@, todo fluirá mejor.

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