¡Mi hijo no quiere comer!

Vida 03/04/2016 11:39 Redacción Actualizada 11:39
 

Por Irma Gallo.

A menudo, mi hermana se angustia porque mi sobrino, que ahora tiene 10 años, come “poco”. ¿Por qué entrecomillo poco? Bueno, pues porque a raíz de que nuestra lectora Sandra Amaya me escribió para pedirme que el tema de esta columna fuera los niños que no quieren comer, me puse a investigar a fondo el tema y les va a sorprender lo primero que descubrí.

Así que, hagan a un lado los prejuicios y sigan leyendo.

¿Cuánto es mucho o poco alimento? Lo primero que tenemos que saber es que el cuerpo humano es sabio. Cuando uno es niño, come por necesidad, no por gusto. O sea, lo que su organismo le demanda. Lo que necesita. Nada más.

En guiainfantil.com encontré lo siguiente, que me parece ayudará a aclarar un poco más la afirmación que acabo de hacer: “El hambre, que es la normal demanda del alimento, es diferente al apetito, que es el normal deseo de satisfacer el gusto”.

En la página web mipediatra.com, la doctora Magdalena Cerón Rodríguez apoya esta hipótesis. Incluso, afirma que cuando se trata de niños pequeños, que están explorando continuamente el mundo que los rodea, es normal que no tengan gran necesidad de comer.

“Les basta tomar un poco de líquido y continuar con su actividad normal. Uno o dos días comen muy mal, alternando con un siguiente día de muy buen comer.”

 

¿Cuál es el mejor ambiente para que coman?

1. Crea un entorno agradable. La comida no debe estar relacionada con el castigo o la amenaza.

2. Sírvele sólo la cantidad de comida que necesita en función de su edad, pero en un plato más grande. De este modo, percibirá poca cantidad.

3. Incentiva su autonomía. Dile que ayude a poner la mesa y que él o ella elija qué cantidad de cada cosa se le antoja comer, siempre observando que su alimentación sea equilibrada, o sea, ofrécele opciones saludables: mucha verdura y fruta, agua simple, arroz integral, de preferencia; pastas en menor cantidad, carne magra (sin grasa), pescado y pollo en menor cantidad (por las hormonas que pueda contener).

4. No lo dejes comer sentado en un sillón, frente a la televisión o la computadora. Para eso está el comedor.

5. Ofrécele sólo lo que necesita. No pretendas que el niño coma la misma cantidad de alimento que tú.

 

¿Cuándo hay que preocuparse?

¡Ojo! Hay que estar atentos si la falta de hambre está acompañada de otros síntomas:

1. Pérdida repentina y abrupta de peso.

2. Baja energía y cansancio.

3. Palidez extrema.

4. Sangrados por la nariz o encías.

5. Moretones.

6. Fiebre que dura varios días y no cede a tratamientos comunes.

7. Sudoración excesiva.

8. Presencia de ganglios (bolitas) en axilas, cuello o ingles.

Estos son síntomas de cáncer, así que si tu hijo presenta uno o varios, no dudes en llevarlo de inmediato al médico.

Según el Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia de la Secretaría de Salud, en México se estima que hay anualmente, entre cinco y seis mil casos nuevos de cáncer en menores de 18 años.

Entre los que destacan las leucemias, que representan el 52% del total de los casos; linfomas, el 10%, y los tumores del sistema nervioso central, el 10%.

La sobrevida estimada en México es del 56% del diagnóstico.

Si este no es el caso de tu hijo, (y esperamos que no lo sea), recuerda: confía en la sabiduría de su cuerpo. Tú puedes apoyarlo: crea un ambiente propicio para que coma con disciplina, que es el primer paso para una buena alimentación.

 

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