Yenifer, cinco años y la búsqueda sigue

La roja 12/12/2017 05:18 Lydiette Carrión Actualizada 05:20
 

Ya son cinco años sin saber de Yeni. Sin saber qué le pasó, quién se la llevó, ni dónde se encuentra. La única certeza es que se la llevaron contra su voluntad.

El 4 de diciembre de 2012, Yenifer Velázquez Navarro, de entonces 16 años, salió de casa con rumbo a su iglesia, en Ojo de Agua, municipio de Tecámac, y desapareció.

Aquel día, Yenifer era la encargada de la comida para la familia: dos hermanos, los papás y ella misma. Pero anunció que no tenía ganas de cocinar y mejor compraría un pollo rostizado. Su papá le dio dinero para ello pasadas las 2:00 de la tarde. Su mamá, Teresa Navarro, regresó, casi a las cuatro de la tarde. En la mesa estaba el pollo. Los otros dos hijos, más pequeños,  estaban en casa. Teresa les preguntó:

—¿Tu hermana sí se fue al seminario?

—Sí, respondió uno de los pequeños.

Yeni salió con una libreta de apuntes y una Biblia bajo el brazo; acudía a estudios de la biblia en un templo mormón cercano a la casa. A las 5:00 de la tarde, Teresa salió a casa de una vecina y decidió pasar por Yeni al templo. Cuando llegó, se enteró que ese día no hubo seminario, pero no había forma de que su hija supiera eso, ya que el día anterior no había asistido. Algo le había ocurrido en el camino rumbo al templo.

Enseguida comenzaron a buscarla: en casa de amigas, de amigos y familiares. Nadie la había visto. Por la noche los padres denunciaron la desaparición en el ministerio público de Tecámac; pero las autoridades les respondieron lo usual: de seguro se había ido con el novio.

—De qué se preocupan, va a regresar hasta con premio. Las autoridades no les hicieron caso.

Pasaron muchos días, semanas. Hasta el 15 de febrero de 2013. Teresa, se encontraba en su templo, rezando. Un hombre de unos 30 o 40 años habló del otro lado de la línea.

—¿Quieres a tu hija? La verdad es que tu hija no me sirvió, así que te la voy a regresar. Es más, aquí tengo su Biblia.

—No me importa la Biblia, sólo quiero a mi hija, agregó Teresa.

El hombre la amenazó; le dijo que no levantara denuncias o llamara a la policía. Después le exigió una cantidad fuerte de dinero, un monto fuera de las posibilidades de una familia trabajadora de Tecámac, estado de México. Teresa pidió hablar con Yeni.

—En tres horas te hablo, reviró el hombre y colgó. Pero volvió a llamar hasta el día siguiente. Entonces Teresa le pidió tiempo para juntar el dinero.

—Te doy hasta el martes.

—Quiero escucharla, quiero saber que de verdad tienes a mi niña.

—Te la comunico el martes, para que me des mi dinero. Si no tienes el dinero, igual te la paso para que te despidas de  ella y te avise a dónde vas a recoger el cuerpo. Y colgó.  La familia esperó el martes la llamada, pero el hombre no volvió a comunicarse jamás. 

A mediados de marzo, la familia de Yeni logró establecer contacto con los padres de otras dos niñas desaparecidas en circunstancias similares: Arisbeth Sánchez Izalde, de 15 años, y Lucía Joselín Robles Sánchez, de 17. Pero hasta la fecha no hay información sobre el paradero de ninguna de ellas.

Pasan los años, y son casos que no se resuelven, mientras la zona sigue siendo un lugar en el que desaparecen jovencitas.

La familia de Yeni ha dejado el Estado de México, pero sigue buscando a la joven, que el día de hoy tiene 21 años: pequeña, de rasgos dulces y tez blanca.

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