Suelta y sé tú misma

Vida 08/03/2016 10:44 Cecilia Rosillo Actualizada 11:01
 

Pese a que hoy muchas mujeres, por lo menos en las grandes ciudades del mundo, están ya más empoderadas y deciden libremente sus vidas, hay por lo menos diez situaciones que no deben olvidar para no perder su autonomía, derechos ni atentar contra su autoestima.

Deja de huir de tus problemas. Este es el principal conflicto de las mujeres y al no afrontarlos y “dejar que otros les resuelvan la vida” desarrollan dependencias difíciles de quitar. Una de las barreras es creer que debemos ser capaces de resolver problemas al instante y así no es como estamos hechas. Aprender a resolver hace que se tome fuerza e independencia y con ello seguridad en una misma. 

Deja de intentar ser alguien que no eres. Uno de los mayores desafíos de las mujeres actuales es presentarse al mundo siendo ella misma. Para salir adelante hay que estar conscientes de que siempre habrá alguien más guapa, más inteligente, más joven, con otras ideas, metas y retos, pero nunca serán tú. El error es cambiar para gustarle a la gente. 

Deja de tener miedo a cometer un error. Según los expertos, hacer algo y mal es por lo menos diez veces más productivo que hacer nada. El problema no es el cometer errores, sino no saber o no querer asumir las consecuencias y peor aún, no arreglar lo que salió mal y dejar de intentar. Cada éxito tiene una estela de fracasos detrás de él y cada fracaso está conduciendo hacia el éxito. 

Deja de intentar ser todo para todos. La seductora idea de ser indispensable para nuestros seres amados es un yugo muy femenino. Queremos ser el eje que vele por la pareja, los hijos, los padres o hermanos, y eso es mucha carga y responsabilidad mal entendida. 

Deja de culpar a otros por tus problemas. Es un hecho que alcanzar tus sueños, depende de cuánto tomas la responsabilidad de tu vida. Al culpar a otros de lo que está pasando, niegas tu responsabilidad y le das a otros poder sobre esa parte de tu vida.

Deja de permitir que otros te bajen a su nivel. Acceder a bajar cualquier nivel de vida (económico, social, emocional, profesional, educativo) por quedar bien con otras personas o agradar en un círculo es negar el camino de éxito de la mujer. Niégate a disminuir tus estándares.

Deja de quejarte y sentir lástima por ti misma. Una cosa es la tristeza y la depresión que pueden llegar con las circunstancias de la vida, y otra es anularnos. Esa energía negativa sólo hace que las mujeres desconfíen de sus capacidades, se culpen hasta por los errores de otros y no sean capaces de ser felices. Una mujer que se queja no está satisfecha y sólo hay una opción: actuar sobre lo que nos inconforma y aprender a salir de ello. 

Deja de rechazar nuevas relaciones sólo porque las antiguas no funcionaban. Aferrarse al negro pasado es una de las cosas más comunes en el terreno amoroso femenino. Evadir el amor no sana las heridas que deben ser curadas por una misma, para superar la desdicha. Tener presente que no todas las relaciones amorosas deben acabar en el altar, jurando amor eterno, relaja la idea y ayuda a ver que hay amores para cada etapa y que cada uno cumple su función en la vida. 

Deja de involucrarte en relaciones por las razones equivocadas. Las relaciones deben ser elegidas con prudencia. Es mejor estar solo, que estar mal acompañado. No hay necesidad de precipitarse. Y esto se puede trasladar a todo tipo de relación, ya sea personal, laboral o profesional. La clave es enamorarse cuando se está lista, no cuando se está sola.

Deja las dependencias. Nada más cómodo, que dejar que los demás se encarguen del trabajo pesado como resolver los problemas, procurar el sustento, decidir. Hay que aprender a identificar entre la distribución de las tareas (por ejemplo, en la pareja) a favor de una equidad. Nunca olvides que a las mujeres débiles e inútiles se les controla y, por ello, muchos las buscan. No ‘hipoteques tu futuro’.

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