Costosa venganza

21/06/2014 04:00 Arturo Ortiz Mayén Actualizada 02:18
 
La venganza que Javier Páez Ramírez buscó durante tanto tiempo tardó casi 10 años en llegar, hasta que la encontró dentro de un reclusorio.
 
En el 2004 Javier Páez y Carlos García González eran amigos y socios de pandilla. Vivían en El Hoyo, en Iztapalapa, una de las zonas más peligrosas de la ciudad.
 
Juntos cometieron varios robos hasta que apostaron por algo más grande: un camión cargado con juguetes de la empresa Mattel, que según dicen estaba valuado en casi 2 millones de pesos. En complicidad con otros sujetos cometieron el robo, llevándose el cuantioso botín.
 
Tras el asalto al camión, Carlos García González le dio a Javier Páez 25 mil pesos y le dijo que en los días siguientes, en cuando lograran “colocar” la mercancía, le daría otros 150 mil pesos.
 
Los días pasaron y ese dinero no llegó.  Javier buscó a Carlos para cobrarle, pero cada que se veían le daba una nueva fecha de pago.
 
Según relató Javier, en lugar de reunirle su dinero Carlos contrató a otros sujetos para que lo mataran. Javier logró sobrevivir al ataque, aunque los impactos de bala que recibió le impidieron volver a caminar sin la ayuda de unas muletas. Sin embargo, su hermano, quien estaba con él cuando los atacaron, falleció.
 
Javier dedujo de dónde había venido la agresión y aunque en los años siguientes buscó venganza, su condición le impedía hacerle frente a su rival.
 
El Reencuentro 
 
Aparentemente Carlos continuó delinquiendo hasta que el 18 de junio de 2009 fue detenido e ingresado al Reclusorio Oriente, donde ya compurgaba una sentencia de cinco años y cuatro meses por 
robo.
 
A principios de este año, Javier Páez también fue detenido por su presunta participación en un robo y fue consignado al Reclusorio Oriente, justo donde estaba su rival. El encuentro cara a cara fue cuestión de días.
 
Hubo amenazas, miradas retadoras y conatos de bronca que nunca llegaron a más, hasta que el 4 de junio pasado la situación se salió de control. 
 
Al encontrarse en el área de gimnasio, Javier le dio un empujón por la espalda a Carlos y éste, al darse cuenta que se trataba de su rival, sacó de una mochila que traía colgada al hombro una pistola.
 
Ambos forcejearon por el arma hasta que se escuchó una detonación. Carlos cayó herido y Javier se apoderó del arma calibre 38  para darle un balazo en la cabeza. 
 
Según dijo, los amigos de Carlos trataron de golpearlo, por lo que él los encañonó. Lo mismo hizo cuando se acercaron los custodios. Finalmente se entregó. 
 
Carlos García González recibió en el lugar los primeros auxilios y posteriormente fue trasladado a un hospital del gobierno de la ciudad, donde falleció.
 
Javier fue trasladado a un área de máxima seguridad en Santa Martha Acatitla, pero hasta ahora se desconoce cómo es que un arma de fuego  ingresó al Reclusorio Oriente y desde cuando la tenía en su poder Carlos García.
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