Fuera de juego

11/10/2014 03:30 Arturo Ortiz Mayén Actualizada 01:14
 
 
La historia de Juan Rubén Mendoza Solís es un viaje del llano a la cárcel. 
 
La crónica de un partido de futbol que se jugó a balazos en lugar de pelotazos, en el que un joven de 18 años fue asesinado y al responsable lo alcanzó la justicia seis años después. 
 
Ahora Juan Rubén ya no luce su short lleno de polvo de los campos de juego, sino el uniforme de interno del Reclusorio Oriente, donde enfrenta proceso penal por homicidio calificado. 
 
PRIMER TIEMPO
 
Es octubre de 2008 en el parque Los Ángeles, en la colonia Guerrero. Juan Rubén y su hermano Alejandro César, apodado El Elvis, disputan los balones en la cancha de tierra. Frente a frente Juan se topa con José Luis Jardón, de 18 años, quien mete duro la pierna y desata la furia.  Se arma la bronca. Vuelan los nudillos de unos con la intención de estrellarlos en las caras de los otros. Las porristas olvidan las poses y también le entran a los puñetazos. Pero los hermanos Mendoza Solís están dispuestos a castigar, por mano propia, la feroz patada de José Luis. 
 
DESCANSO
 
Acabada la pelea y el partido, Juan Rubén y Alejandro César se dirigen en motoneta a la cerrada de Matamoros, en la colonia Morelos. Ahí, afuera de su casa, hallan a José Luis Jardón y a balazos cobran venganza frente a varios testigos. 
 
Cometido el crimen, El Elvis se fuga. Desaparece del barrio dos meses y regresa en diciembre de ese 2008 a casa para celebrar la Navidad. 
 
Policías de investigación supieron que El Elvis había vuelto y lo detuvieron en la calle Libertad, en la colonia Morelos. Días después ingresó al Reclusorio Oriente, donde purga condena por homicidio calificado. 
 
SEGUNDA PARTE 
 
Mientras eso ocurre, Juan Rubén Mendoza Solís cree que a cientos de kilómetros de la ciudad de México jamás sería encontrado. Primero huye del Distrito Federal a Chalco, estado de México, y luego llega de manera ilegal a Estados Unidos, donde vivió seis años.
 
Juan Rubén se asienta en Tucson, Arizona, y consigue trabajo en el ramo de la construcción. 
Entonces, a principios septiembre de 2014, la vida le saca la inocente tarjeta amarilla que lo delata: a bordo de una camioneta se dirige a comprar material y comete una infracción de tránsito. Lo detienen policías, quienes descubren que es indocumentado. Al investigar sus antecedentes detectan que la Interpol había emitido una ficha roja a petición del gobierno de México por su participación en un homicidio.  
 
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