Salvados por un mensaje de Whats

La roja 09/02/2017 10:08 Arturo Ortiz Mayén Actualizada 10:08
 

Sin que la vieran, desde el rincón del salón donde la tenían sometida, Alejandra alcanzó a escribirle por WhatsApp a su esposo: “Nos están asaltando”. Después logró esconder de nueva cuenta el celular.

Ese mensaje, en tres palabras, significó su salvación, pues al leerlo, su marido llamó a la policía y les dijo que en ese momento se llevaba a cabo un robo en una escuela en la colonia Las Águilas, en Álvaro Obregón.

Minutos después, al escuchar las sirenas de varias patrullas, Alejandra supo que su mensaje había sido leído.

A MANO ARMADA

Eran las 11:20 de la mañana del 19 de enero pasado cuando sonó el timbre del “Centro de Desarrollo Humano Alaya”, ubicado en la calle Gutiérrez Zamora. 

La recepcionista contestó a través del interfón y escuchó la voz de una mujer que le dijo que quería informes de los cursos de meditación y desarrollo humano que s eimparten en el lugar.

Abrió la puerta e ingresó la mujer acompañada de un hombre, a los dos los guió hasta su oficina, donde comenzó a darles la información que le habían pedido.

No habían transcurrido ni dos minutos cuando sonó de nueva cuenta el timbre. Eran dos hombres que también dijeron querer informes. Cuando la recepcionista les dio el acceso, el hombre que estaba adentro con la mujer le dijo que se trataba de un asalto, mientras los dos que acababan de entrar mostraban armas de fuego. 

“¡No hagas un desmadre porque te va a cargar!”, le dijeron mientras la llevaban a la oficina. Ahí le quitaron su celular y demás pertenencias, y la encerraron, junto con una secretaria y una empleada de limpieza.

Los tres hombres y la mujer comenzaron a recorrer la escuela. Subieron a un salón ubicado en la planta alta donde un profesor daba una clase de meditación.

LOS SORPRENDIERON

Entraron gritando. Les dijeron que era un asalto, mientras los encañonaban. Uno de los agresores llevaba en su mano un aparato que generaba descargas eléctricas y que activaba constantemente dejando ver chispas azules y escuchar tronidos, lo que asustó a las alumnas.

La mujer, integrante de la banda, se acercaba a las alumnas. Sin verlas a la cara y con nerviosismo les decía: “Dame tu collar, tu pulsera, dame tu bolsa, el dinero”. 

En total, a 18 personas les robaron sus pertenencias. Pero Alejandra logró ocultar su celular, desde el que envió el mensaje pidiendo ayuda.

Minutos después, cuando las sirenas de las patrullas sonaron, los ladrones terminaban por abrir una caja fuerte.

Quizá creyeron que no iban por ellos, pues aparentemente nadie los había delatado. Al darse cuenta que los policías estaban afuera del plantel, tomaron al maestro de meditación como rehén e intentaron huir. 

Lograron salir apuntándole al maestro para abrirse paso en la calle. Así caminaron varios metros hasta que el hombre que lo llevaba, lo empujó y corrió junto con sus cómplices.

Los uniformados fueron tras ellos, una mujer y un hombre lograron escapar; los otros dos hombres no.

Uno de ellos era el que llevaba el aparato que generaba descargas eléctricas. Entre las cosas que les encontraron estaban varios celulares, un iPad y otras pertenencias de las víctimas. 

Los dos hombres fueron presentados ante un juez del Reclusorio Norte que los vinculó a proceso por el delito de robo agravado en pandilla.

Fijó un mes para cerrar la investigación que vence el próximo 19 de febrero, cuando se conocerá si fueron encontrados culpables. Sus cómplices aún no han sido capturados. 

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