Malos pasos

04/10/2014 04:00 Arturo Ortiz Mayén Actualizada 03:32
 
Aún no le asoma la barba en el rostro, pero Brayan Emmanuel ya es un experto en rasurar... los bolsillos de las personas. 
 
Su figura de adolescente de 13 años, desgarbado, sin sobrepasar el 1.60 de estatura, se paseó por cada una de las mesas del restaurante El Charrúa, ubicado en la colonia Condesa, para quitarles sus pertenencias a los clientes.
 
Envalentonado no sólo por la rebeldía propia de su edad, sino por la pistola que sostenía su cómplice, Cristian Alan Suárez Beltrán, de 18 años, con la que amenazaba a los comensales, Brayan comenzó a apoderarse de las pertenencias de sus víctimas. 
 
Eran las 11 de la noche del pasado 23 de septiembre  y más tardaron las manecillas en dar la vuelta que Brayan en hurtar celulares, carteras, anillos, relojes y cadenas. Más veloz fue la huida. Escapar en el auto Mercedes Benz que los esperaba con un cómplice abordo era el plan. Así lo hicieron los jóvenes deseosos de repartirse el botín. Hasta ahí todo les sonreía.
Adentro del restaurante, la crisis nerviosa de muchos se volvió el plato fuerte de la noche. Aunque no hubo heridos, no se sobreponían de la manera en que los jóvenes ladrones irrumpieron.
 
“No se pongan al pedo, chingaron a su madre, saquen todo lo que traigan y pónganlo en la mesa”, gritó Cristian mientras les apuntaba con un revólver.
 
El más joven de los delincuentes comenzó a arrebatarle las cosas a una pareja que estaba por saborear carne con puré de papa y ensalada.
 
“Quítate el reloj pendejo”, le dijo, mientras su cómplice le pedía apresurarse para escapar. 
 
Aparentemente mientras se consumaba el robo, uno de los clientes alcanzó a pedir ayuda a través de Twitter a la policía capitalina. Por eso cuando escapaban en el Mercedes rojo, modelo 2007, la policía capitalina les salió al paso.
 
En medio de la persecución los delincuentes dispararon en cuatro o cinco ocasiones contra los uniformados y lograron escapar. Pero su inexperiencia y las cámaras que vigilan la ciudad contribuyeron a su captura. Los ladrones llegaron hasta la colonia Cuauhtémoc. Dejaron el auto estacionado en las calles Río Ebro y Río Tigris y se marcharon con su botín.
 
Horas después, Brayan y Cristian Alan regresaron para llevase el vehículo.
 
Pero la suerte no dura para siempre. En el gran “ojo” electrónico de las cámaras de seguridad del GDF quedó registrada la imagen: dos chicos, uno de 13 y otro de 18, con una grúa, intentando mover el auto. De inmediato se dio aviso a la patrulla más cercana y fueron aprehendidos. Al revisarlos, le encontraron a Cristian un revólver.
 
Ambos fueron presentados ante el MP en la Coordinación Territorial Cuauhtémoc 7, donde dijeron que un hombre les había pagado para que fueran a recoger el coche. Sin embargo, su aspecto físico encajaba a la perfección con las descripciones que dieron las víctimas de los ladrones.  Cuando citaron a los testigos, los identificaron de inmediato. Principalmente a Brayan, porque dijeron, los sorprendió ver que “era muy chico”, casi un niño. No se equivocaban, pues a sus 13 años en Brayan aún no se asoma la barba, pero él ya le entró al arte de rasurar bolsillos.
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