La vida no es una caja de bombones

11/12/2014 05:00 Roberto G. Castañeda Actualizada 16:26
 

Y  nos   equivocamos todo el tiempo, tomamos las peores decisiones, como enamorarnos de la persona incorrecta o aceptar un trabajo insufrible y hasta irnos a vivir a casa de tus suegros.

“¿Es usted un tonto o algo parecido?”, le preguntan a Forrest varias veces. Y siempre responde convencido que “mi mamá dice que un tonto es el que hace tonterías”. Bueno, originalmente la frase es “un estúpido es el que hace estupideces”, pero para el caso es lo mismo. Todos somos un poco o muy estúpidos. Y además nuestra vida tampoco es como para que hagan una película. Te imaginas que hicieran un largometraje sobre ti. Y que el papel de tu mamá lo hiciera, mmmmm, no sé, Carmen Salinas. Lo mismo pensé. ¡Qué pinche risa! Y que tu hermano fuera alguno de los Bichir, el más despeinado. Bueno, pero entonces de qué trataría el guión: ¿de tus borracheras semanales, de tus amores patéticos o de la manera en que desperdicias los días? Ideas hay un chingo, sólo hay que saber buscarle. Yo no sé si mi vida sea digna de una película, pero de algo sí estoy convencido: Forrest Gump me la Pérez Prado. O como se dice comúnmente: Forrest Gump me la pela. Por varias razones muy simples: primero, porque todo es ficción y él sólo es un personaje. Segundo, porque mi madre es más chingona que la suya. Y tercero, porque los mexicanos somos más cabrones que bonitos. Tan simple como eso. Por eso digo que Forrest Gump me la Pérez Prado. Y además su frasecita de “la vida es como una caja de bombones. Nunca sabes lo que te va a tocar”, es como de programa de Mariano Osorio o del libro de Jordi Rosado y la verdad es que las cosas no están como para andar recetando frases de optimismo. Pero decía que no sé si mi vida sea digna de filmarse, pero en caso de que fuera así yo creo que fracasaría en la taquilla. Es que no creo que sea muy emocionante y carecería de ritmo. Sí, seguro que sería aburridona, como algunas pelis que pasan a las cuatro de la mañana por el canal 5. Claro, a mi me encantaría que fuera emotiva, algo así como ‘El lado oscuro del corazón’ o al estilo de ‘La increíble vida de Walter Mitty’, pero nomás de imaginarme quién sería el protagonista hasta se me quitan las ganas. Ya me imagino a un director llamándole a Diego Luna o a Gael García para “tener un nombre taquillero”. Y en el más absurdo de los escenarios, convenciendo a Eugenio Derbez para “darle un tono de comedia” bien chingón. No, ni madres, mejor que no hagan nada. Si me dieran a elegir, yo preferiría que fuera Bruno Bichir o, no sé, Martín Altomaro, quizá  ese wey que sale en ‘Nosotros los Nobles’, el más cagado de todos. Y si fuera algo internacional, pues yo apostaría por Benicio del Toro o Kevin Bacon, porque tampoco se trata de hacerme el guapo y contratar a  Brad Pitt, Johnny Depp o Ryan Gosling. Ni que tuviera tanto pinche presupuesto. Con tres varos y un chingo de ganas alcanza.

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En verdad que uno es un idiota, un estúpido. No como Forrest Gump, ya lo dije. Sino alguien que no se cansa de regarla. Siempre perdiendo el tiempo en cosas que no valen la pena: un trabajo infame, malas amistades, mirando telenovelas, leyendo los libros equivocados, consultando los horóscopos. Queriendo vivir otras vidas, soñando con imposibles y maldiciendo lo que te toca vivir. Como si esperaras que la Rosa de Guadalupe te concediera un milagro de televisión. Desde luego que yo también crecí con la influencia de Chespirito y su humor me contagió la infancia, pero sólo era un paliativo, un placebo contra la realidad. Pero luego descubrí a Tin Tan o a Chaplin y a muchos otros. Y desde entonces prefiero el humor ácido, inteligente, crítico. Para las rutinas de pastelazo tenemos a los políticos, a los poderosos, que siempre nos agarran de sus patiños. Y no es gracioso. Nunca lo ha sido. Por eso digo que a mí Forrest Gump me la Pérez Prado, aunque suene a albur. Porque no aspiro a estrechar la mano de ningún político o presidente, son la misma clase de cretinos. Por el contrario, yo les ‘miento la madre’ sin remordimientos, yo les reclamo por tanta desigualdad. Y no sé si sirva de algo, no lo sé, pero duermo más tranquilo que si me quedara callado. Sólo en México pasa que un funcionario o un ‘preciso’ recibe mansiones y yates en un evidente acto de corrupción. Y no se abre un expediente ni se inicia una investigación. En cambio tú, yo, los de a pie, no pagamos la tarjeta de crédito y nos quieren embargar hasta las esperanzas. No, la vida no es como una caja de bombones. La vida es ese fardo que ha encorvado a mi madre, esa lucha cotidiana que nos va flagelando. No, la vida no es una película a lo Forrest Gump. Yo sé he cometido muchas estupideces, frecuentemente soy un tonto y las cosas me salen mal. No como a Forrest, que todo le resultaba a favor. Además, yo no quiero una película sobre mi vida. Creo que sería algo monótono. En todo caso me conformo con una canción de Sabina, algo parecido a eso de “cuando era más joven viaje en sucios trenes que iban hacia el norte./ Y dormí con chicas que lo hacían con hombres por primera vez.../ Cuando era más joven me he visto esposado delante del juez./ Cuando era más joven cambiaba de nombre en cada aduana,/ Cambiaba de casa, cambiaba de oficio, cambiaba de amor;/ Mañana era nunca y nunca llegaba pasado mañana,/ Cuando era más joven buscaba el placer engañando al dolor.../ Había días que tocaba comer, había noches que no”. Sí, creo que es la mejor opción. Habría que desempolvar la guitarra. Porque la vida no es una jodida caja de bombones. Y Tom Hanks tampoco es mi actor favorito. Y Forrest Gump me la Pérez Prado.

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