Disfruté al sirenito

Sexo 18/07/2017 05:00 Lulú Petite Actualizada 05:02
 

Querido diario: Luis es uno de mis clientes. Hacía rato que no lo veía, por eso resultó más extraño cuando, hace algunas semanas, soñé con él. Estábamos en una playa. El clima era bueno y el mar, con el azul intenso del Pacífico, lucía tranquilo. Estábamos ahí él y yo, metidos hasta la cintura en el agua, apenas sintiendo el vaivén de las olas. Se sentía bien en el sueño, pero entonces Luis se sumergió como un submarino y no salió nunca. Yo metí la cara al agua, como si pudiera allí, pero no había nada. Lo raro es que me pareció normal, como si un hombre al nadar pudiera desaparecer en el agua. Al despertar estaba tranquila, pero preguntándome por Luis.

No sueño muy a menudo con mis clientes. De hecho, rara vez recuerdo mis sueños, pero éste me quedó fresco. Luis nadando en el mar, sumergiéndose como pez y desapareciendo en el azul infinito. Aquel sueño me vino a la memoria esta tarde, cuando Luis me llamó.

—¡Hola Lulú! ¿Podemos vernos?

Le contesté que sí, pero no le comenté nada sobre mi sueño del sirenito ¿Qué se suponía que le dijera? No iba a arriesgarme a sacarlo de onda contándole que lo había soñado.

Una hora después estaba llegado a su motel. Subí por el ascensor y atravesé el pasillo en completo silencio, haciendo sonar mis tacones.

Abrió y me mostró su media sonrisa. Todo transcurrió normal. Nos pusimos a platicar para romper el hielo. Sólo por quitarme la curiosidad, le pregunté si le gustaba nadar y dijo que sí.

Comenzamos a ponernos románticos. Me tomó por los tobillos y me masajeó los pies mientras me daba besitos en las rodillas, en los muslos. Es lo que le gusta. La docena de veces que nos hemos encontrado se comporta igual, sin demasiadas variaciones. Le gusta tocar, admirar, consentir y ser consentido.

De pronto se puso de pie y se bajó el bóxer hasta los talones. Estaba activo y energizado. Su pene estaba listo, formado y firme como un soldado.

—¿Me ayudas? —preguntó sin quitarme sus ojos de encima.

Alcancé el condón y, antes de colocárselo, lo chaqueteé unos minutos, sintiendo su sexo entero y firme. Entonces me ayudé de los labios para bajarle el preservativo hasta la base y dejarlo dispuesto para lo que íbamos.

Primero se inclinó para besar y luego me ofreció sus manos para que me pusiera de pie. Nos abrazamos y acariciamos, admirándonos como un par de luciérnagas en la oscuridad de la habitación. Su cadera se acercó a la mía. Luis es alto y robusto, de huesos gruesos y contextura ancha. Me tomó por la cintura y me apretó contra su enorme figura. Me besó en el cuello y sus manos recorrieron mi espalda, la curvatura de mis pompis, mis piernas.

Era inevitable. Caímos sobre la cama y empezamos finalmente lo que se veía venir. Me estremeció cuando me penetró con su pala inmensa y endurecida por su creciente deseo. Lo rodeé con las piernas y comenzamos a crear un torbellino con nuestra pasión desatada. Su lengua trazaba caminos en mi piel enchinada, rendida ante su cercanía, su tacto y sus ganas de hacerme gozar.

Clavé las uñas en sus hombros, con la respiración agitada y gimiendo su nombre bajito, en su oído, gruñendo a medida que me lo metía y me lo sacaba como un balancín. Humedecida en mi entrepierna, llena de su carne viril, me aferré a su espalda y hundí la cara en su pecho.

De pronto, Luis clavó hasta el fondo su espada y me desvanecí en todas las sensaciones que me provocaba. Empujó con fuerza, quedándose como congelado, queriendo perpetuar el momento más divino del instante, bombeando su leche tibia dentro de mí.

Mientras descansábamos, le comenté lo de mi sueño. Le pareció chistoso. No es un buen nadador, pero tampoco es de los que corran el riesgo de ahogarse, además el mar le gusta para verlo, pero no se mete porque le choca el agua salada. Concluimos que, probablemente, soñé con el mar por las vacaciones y, en estas fechas, muchos de mis clientes se van a la playita.

Nos despedimos, pero antes de desaparecer, en tono burlón, Luis se fue cantando “Quisiera ser un pez, para tocar mi nariz en tu pecera y hacer burbujas de amor, por donde quiera. Pasar la noche entera mojado en ti…”

Besos, Lulú Petite

 

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