Piezas ¡de gloria!

05/05/2017 10:11 Tanya Guerrero Actualizada 19:10
 

Un pan dulce le cambió la vida. Desde que lo probó, Manuel Hernández Sámano se dedica a hornear deliciosas galletas y bizcochos que cambian el humor de las personas.

El pan que hago es como un abrazo. En esta panadería hay para todos lo gustos y para disfrutar a todas horas, dice este panadero de 43 años, quien un día, siendo niño, probó un pan que lo hizo sentir tan bien, que decidió dedicarse a este arte.

Vivir cerca de la Pastelería Aragón es una fortuna. El olor a pan recién horneado se percibe cuadras antes de llegar a este pequeño local, que es enorme en variedad porque encuentras conchas, bolillos y hasta piezas de alta repostería. 

El secreto de que cada pieza sepa a gloria es el buen humor con el que desde hace 12 años se prepara la masa. Al ritmo de baladas románticas, Manuel corta, rellena y hornea los cubiletes, que son inmensos pays de queso rellenos de zarzamora, pera con almendra y arándanos o piña y queso Filadelfia.

Cantando bien las rancheras, hornea los cuernos de higo que ya no se encuentran en cualquier panadería y las donas de chocolate rellenas de zarzamora y crema batida.

Algo muy recomendable son las tartaletas de frutas, que si no pones cuidado te pueden volver adicto. No olvides llevarte un par de Muffins con chispas de chocolate para ver tu película favorita y un Croqueso (croissant con queso) para merendar.

La estrella de esta casa es el strudel de manzana natural con arándanos y nueces, aunque no debes irte sin llevar la invención de la casa: la Trenza Aragón, hecha con masa de bizcocho rellena con manzana e higo y trenzada con almendra, arándanos y nuez. Prueba el Chocolatín, bigote relleno de chispas y jalea de chabacano.

Dicen que cuando el panadero disfruta lo que hace, el bizcocho brilla de bueno y aquí es el caso. Varias generaciones han buscado sus desayunos, meriendas y cenas en estos estantes. Manuel conoce los gustos de vecinos: “A veces cuando vienen los hijos de mis clientes les digo: Tú eras adicto a las donas desde antes de nacer”.

“El pan y el panadero son uno mismo. Si alguien me compra un pan, me está invitando a merendar y tengo que ir lo más presentable posible. Sé que estoy en el camino correcto cuando lo prueban y les gusta”.

¿Dónde?

Calle Aragón 227, colonia Álamos, en la delegación Benito Juárez, Ciudad de México.

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