Me fascinan las mexicanas

Sexo 18/07/2016 05:00 Yudi Kravzov Actualizada 05:09
 

Llegué de Rusia hace casi tres años. No sé qué fue lo que me sucedió, pero desde mi primer contacto con la gente de México, sentí que en alguna otra vida estuve aquí. Domino el español porque me gustan las lenguas y hablar idiomas es mi profesión. Me he encontrado contento en este país,  tan generoso conmigo. 

 Trabajo como maestro particular de ruso y también doy clases en una escuela de idiomas en el sur de la ciudad. Me gusta mucho la forma de vida aquí. 

El invierno de aquí es amable. No se compara con el estúpido frío que hace en mi país. Además,  allá en Rusia la lluvia se queda por días; no como acá, que viene por momentos y después se va.  

 Nadie me había dicho que las mexicanas son tan bonitas. Son también dulces y tiernas. Les gusta mi estatura, mi color azul de ojos y mi acento al hablar el español correctamente. Dicen que hablo con oraciones cortas y perfectas. También les gusta que siempre tengo ganas de aprender nuevas palabras en español y que siempre pregunto sobre costumbres y sobre los pueblos que vivieron miles de años atrás en estas tierras. 

 Me gusta enseñar a mis amigos los platillos favoritos de mi tierra. Veo que aquí existen sabores deliciosos que en mi país no existen. Veo también que no conocen muchas formas de preparar el betabel ni las papas. Nosotros comemos papa y betabel en sopas, ensaladas, con azúcar y crema, al horno, y en muchos otros estilos dulces y salados, tanto para comer como para cenar.  

La comida de México es fascinante. La salsa de molcajete (sin chile, por favor) me ha sorprendido mucho. Soy adicto a las quesadillas de flor de calabaza y  hongos. He podido viajar y pasear por las ciudades coloniales  y probar un poco de todo. Las playas y las puestas de sol son preciosas. Me sorprenden las pirámides, las artesanías y tradiciones. Me emociona ver cómo celebran a los muertos.

Tengo muchos amigos y nunca me siento solo aquí. Sin embargo,  lo más bonito que me ha pasado es encontrar una mujer hermosa de ojos negros y piel tostada. El México prehispánico se siente en su piel. Me canta canciones dulces en lenguas que no entiendo, con palabras que me llegan directo al corazón. Me gusta oírla hablar especialmente de su abuela. Comparte conmigo secretos de los pueblos antiguos y de las memorias de sus ancestros. Me encanta perderme en los detalles de sus historias.  

 Me gusta chupar sus pechos y sentirla mojada, abrazarnos desnudos y dejar la ventana abierta para que nos refresque la mañana. 

Se ríe mucho, con una sonrisa amplia y bonita. En su interesante diversidad, México se encuentra vivo. 

Ella huele a mercados, a playas, a pipián,  frutas,  mole,  flores,  canela y chocolate. Algún día haré un libro de mujeres mexicanas. Voy a fotografiar sus pechos, su risa y  mirada. Soy  afortunado de  estar abrazado a la cintura de una mujer q de una cultura milenaria, que sabe a barro, a leña y a deseo. 

 

 

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