Me voy de viaje a mis 50 años

Sexo 15/08/2016 05:00 Yudi Kravzov Actualizada 05:07
 

Cumplí  50  años y me voy a ir de viaje con mis amigos de la prepa. La idea salió después del entierro de uno de nosotros. Murió de un ataque fulminante al corazón; me consta que fumaba desde los 14 y nunca dejó el cigarro. Siempre dijo que no le importaba morir joven.  

 Nos vamos a la playa de Mazunte. En una reunión, Rigo dijo que cuando él muriera, ahí quería que echáramos sus cenizas al mar. Y es que en ese lugar vivimos muchas aventuras cuando éramos chavos y esas playas todavía estaban desiertas.   

 Nos vamos sin viejas y sin hijos. Queremos pasar juntos cuatro días sin que nadie nos diga qué hacer, sin ser responsables más que de nosotros, escuchando música. Yo quiero salir de la rutina de proveedor que tanto cansa y pasar unos días de sol, cuidando sólo de mí. Aunque suene egoísta, estoy cansado. Quiero hacer cosas divertidas, olvidarme de los problemas del trabajo y de la vida a seis meses sin intereses. 

Quiero darme cuatro días y pensar en que Rigo nos regaló este tiempo para que los cuates nos juntemos y llevemos sus restos al mar. 

 Mi suegra le llena la cabeza de ideas a mi mujer; también sus amigas. No sé si son viejas engañadas o si ven mucha televisión, pero piensan que cuando nos vamos de vacaciones puros hombres, por fuerza terminaremos con golfas en cantinas, o que andaremos buscando viejas en las playas o contratando putas. Pero no siempre es así,  a los hombres nos gusta mucho hablar entre nosotros de nada importante. Nos gusta el silencio, la música, y   las ganas de que nadie nos diga qué hacer. 

 Yo no siento que hombres y mujeres seamos tan distintos. Muchos sabemos que las casadas también ponen cuerno, y que en los momentos en que las parejas se distraen, ellas también encuentran amores. Y a veces nos hacemos de la vista gorda, porque las queremos y las vemos contentas. 

Se da uno cuenta de que tienen un amigo en el trabajo con el que les gusta hablar, alguien que les dice que son bonitas, y eso les hace mucha ilusión. Y es que el amor, la compañía, el sexo y la rutina se entienden de una manera distinta a mi edad. Por ejemplo: amo a la madre de mis hijos con toda el alma, me gusta verla disfrutar con el corazón entero; sin embargo, me encanta aliviarle la soledad a mi amiga de primaria, que cada que nos vemos me platica de su vida y nos damos calor de cuerpo. 

Tengo también una vecina que me pide favores como cargar muebles y colgar cuadros. Con ella sólo fantaseo; no hay sexo, no hay miradas, pero adoro su perfume, risa y  agradecimiento.  

 Al principio, este tipo de infidelidades me hacían sentir culpa. Me daba en el alma el pinchazo de la traición, pero ya no me suceden esas cosas. Entiendo que el corazón es como un multifamiliar, y entre más gente quieres, más rico y feliz eres.  

 El amor no se acaba y menos el amor de amigos. El amor se transforma y el sexo cuando se practica con frecuencia con tu mujer, es el alimento que te reconcilia con la vida. Cogiendo le dices sin palabras: “te quiero, te agradezco todo lo que haces por nosotros y me gusta darte placer porque eres mi compañera de vida”. Lo demás son distracciones; agua de ríos, no el manantial que te mantiene vivo. 

 Planeamos el viaje por mi amigo Rigo. Él siempre decía que los hombres necesitamos tiempo para encontrarnos, y pensar en cómo nos gustaría vernos en unos años. Nos hará bien extrañar a la familia, reír por estupideces y jugar a que somos: una bola de locos. 

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