Revive sus travesuras

Sexo 17/01/2018 05:18 Helena Danae Actualizada 08:55
 

Hola, mis chulos, continuamos con mi relato de la semana pasada, como de canción, ‘un taxista y yo’.

Les conté que al llegar a la Ciudad de México me flechó cupido y terminé empiernada con mi chofer, hoy les contaré en qué terminó. 

Cuando le dije que era momento de irse, luego de un buen revolcón, se paró junto a mí y me tomó por la nuca, trató de besarme, a lo cual me resistí un poco, en mi mente pensaba “solo fue un acostón, un momento,  ya se acabó”, pero algo me movió el piso y respondí a sus deseos, el beso fue delicioso: lengua, caricias en los pezones, mi cabello entre sus dedos y su aroma, ese perfume que olía delicioso. Besándonos caminamos a ciegas hacia la cama de regreso, y esta vez fue mucho mejor. 

Acostada en la orilla de la cama, él subió mis piernas a sus hombros y comenzó a chupar y morder suavemente mi clítoris, me giró para lamer mis nalgas, me daban cosquillas, pero de cierta manera me excitaban demasiado. Sus dedos se paseaban por mi ano hasta llegar a mi amiguita y así continuó hasta que logró llevarme al orgasmo, jadeaba de lo rico que sentía, así que levanté mi cadera y dejé expuesta mi cosita, como una invitación a que me penetrara, se paró y empezó a acariciarme la espalda, yo moría de ganas, así que contoneaba mi cadera para que él ya me lo metiera, pero seguía acariciándome y cuando no pude resistir más, tomé su miembro y me lo metí yo misma. 

Me empezó a mover para ser yo quien me lo metiera sola, adelante y atrás, durante un buen rato; mis ojos estaban en blanco, yo apretaba mis pezones de tan excitada.

Todo ese juego previo había sido perfecto, cuando aumentamos el ritmo me dijo que estaba a punto de venirse, así que ‘jadeando’ le pedí que lo hiciera en medio de mis nalgas mientras las abría para que viera justamente dónde, él eyaculó y como eran demasiados quedé empapada, se escurrían hasta mi vagina, se sentían calientes y yo apreciaba eso. Me tumbé y me quedé dormida, todo había sido magnífico. 

Cuando me desperté estaba bien acomodada hasta arriba de la cama y tapada con una sábana, busqué por la habitación y él ya no estaba, me había regresado la jugada. En la libreta que dejan en los hoteles me apuntó su número, con una nota que decía: “si quieres ir a comer de nuevo, sólo llámame”... fue fantástico. Ya no lo llamé y regresé a casa, pero cuando vuelva a la CDMX estaré tentada a hacerlo.

Ustedes que me conocen, saben que soy una niña bien portada, pero a veces me desbalago. Cuéntenme sus historias traviesas, ya saben que adoro leerlos. ¡Les mando mucho amor y más besos!

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