Detalles sin igual

15/05/2015 04:30 El Hijo del Santo Actualizada 22:43
 
 
Recuerdo muy bien que cuando era niño cada 15 de mayo tenía que recurrir a mi mamá para que me diera dinero con el fin de comprar un regalo para mis queridos profesores en el Día del Maestro. 
 
Antes de darme dinero, mi mamá  me sugería preguntar a mi papá si tenía algún regalo en su despacho. Convencido de que él me resolvería tan difícil situación, tocaba a su puerta.  Adentro de ese mágico y maravilloso lugar, que ahora he bautizado como “El Santuario”, no sólo había trofeos, fotografías, máscaras y reconocimientos, sino  también  un librero que en la  parte inferior contenía una enorme cantidad de regalos y objetos nuevos que mi padre solía comprar durante sus múltiples viajes.
 
 Después de darme la bienvenida y escuchar mi petición, mi padre abría de par en par las puertas del librero y yo metía las manos para tomar muchos de los obsequios  que estaban ahí. Pero él siempre me decía: “Eeeh, eeeh, deja, deja. A ver, mi hijito, ¿cuántos maestros son?”
 
 Entonces, yo muy convencido, le decía: “Necesito un regalo para la madre Lucía, otro para la madre Blanca, otro para mi maestro de educación física, otro para mi maestra de inglés, otro para el de música, otro para la madre directora y otro para...”
 
 Mi padre me respondía: “¡Ya, ya, ya!  ¿Cuántos son los maestros que te dan clases? Si les regalas a todos necesitas una tienda entera”.  Finalmente,  me entregaba, por ejemplo, un par de juegos de pañuelos de seda de mujer y dos corbatas.
 
  Yo le comentaba, inconforme: “Pero papá,  ¿porqué no una loción y una corbata?”
 
Él me explicaba: “No,  mi hijito, les tienes que regalar a los dos igual.  Y como sólo hay una loción y dos corbatas, les llevas las corbatas”. 
 
Al día siguiente me iba feliz a la escuela con los regalos para mis maestros y disfrutaba enormemente el momento en que ellos los abrían. Así era  año tras año, hasta que llegó el momento de elegirlos y comprarlos yo mismo. 
 
La iniciativa de celebrar el Día del Maestro fue aprobada en 1917 y presentada por los diputados Benito Ramírez y Enrique Viesca, quienes propusieron al presidente Venustiano Carranza que  fuera establecida el 15 de mayo, siendo decreto presidencial celebrar esta fecha. Se  conmemoró en México por primera vez el 15 de mayo de 1918.
 
En el ámbito religioso la celebración a los maestros también se conmemora el 15 de mayo,  porque en 1950 el Papa Pío XII declaró Patrono Universal de todos los educadores de la infancia y de la juventud a San Juan Bautista de La Salle, un sacerdote y pedagogo francés innovador que consagró su vida a formar maestros destinados a la educación de hijos de artesanos y de niños pobres de la época. 
 
Hoy, recordando a los maestros que me enseñaron algo en las diferentes etapas de mi vida, quiero agradecerles enormemente su tiempo, su paciencia y desde luego sus enseñanzas.
 
No sé sí todos mis maestro sepan lo que lograron hacer de mí y lo importante que fueron cada uno en mi formación y a lo largo de mi vida.  Quiero decirles que siempre los respeté, les mostré mi cariño y a muchos de ellos los admiré enormemente. 
 
Hoy sé que continuar aprendiendo en la vida es algo que jamás debemos  dejar de hacer. No sólo podemos aprender de los maestros de la educación;  también se aprende de los libros, de la gente que nos rodea, de las experiencias de los mayores, de los que son expertos en temas que nosotros desconocemos. Incluso, muchas veces,  también nuestros hijos son grandes maestros para nosotros. 
 
Hoy brindo un homenaje a todos los maestros y también a nuestros padres porque ellos son nuestros primeros profesores,  ya que nos enseñan a caminar, a hablar, a vestirnos y también nos inculcan el respeto hacia nuestros maestros. Nos leemos la próxima semana, para que hablemos sin máscaras.
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