Sin temor a los costalazos

05/03/2015 22:26 El Hijo del Santo Actualizada 22:42
 
Si hay algo que logre que yo admire a un luchador profesional es cuando éste siente respeto y amor por la lucha libre. Me parece increíble que algunos actores como Alfredo Adame, Jorge Rivero, Erick del Castillo y Rogelio Guerra, sientan cariño y respeten más a este bello deporte que muchas veces los mismos gladiadores. 
 
Cuando conocí a Rogelio Guerra, excelente actor y mejor amigo, y tuve la oportunidad de platicar con él, me cautivó su manera de referirse a la lucha libre,  pues reconoció el trabajo y la disciplina que se requieren para esta actividad deportiva. Y vaya que él sabe por qué  lo dice.
 
Fíjense que yo no sabía, quizá igual que ustedes, que Rogelio en su juventud practicó lucha grecorromana y olímpica,  razón por la cual  conoce el esfuerzo y la disciplina que esto implica. 
 
Estas bases luchísticas las aplicó en algunas películas que filmó, una de ellas en 1972 que se llamó “Una Rosa sobre el ring”, con Irma Dorantes, Mil Máscaras y Crox Alvarado. Después, en 1974,  filmó “Los Leones del ring”, con Jorge Rivero, doña Sara García, Roberto Cañedo y los luchadores Ray Mendoza, Lobo Negro, Coloso Colosseti, Black Shadow y el Cavernario Galindo; por último, en 1979, participó en “El Ángel del silencio”, junto a Rosenda Bernal, Victoria Ruffo y los luchadores Lobo Negro y don Pedro El Perro Aguayo. 
 
El mayor mérito de Rogelio fue que nunca permitió que lo doblaran en las escenas de lucha;  él mismo ejecutaba las llaves, los topes y las patadas voladoras, sin importarle  sufrir alguna lesión. Por esto, desde aquella primera conversación que sostuvimos hace algunos años, nos caímos bien y nos identificamos. 
Hace días, Rogelio y su esposa nos invitaron a su casa para compartir con amigos y familiares una agradable noche y además saborear unos exquisitos tamales y suculentos atoles. 
 
Como era de esperarse, retomamos el apasionante tema de la lucha libre y la pregunta obligada para mí fue que si volvería a  luchar.  Lógicamente, como siempre, mi respuesta fue un contundente: “¡Sí!” y le platique de nuestros planes para mi regreso, una noticia que le dio mucho gusto. 
 
Entre el bullicio de los amigos mas íntimos de Maribel (su esposa) y Rogelio, nos dimos un tiempo para subir al estudio donde pinta y esculpe de manera maravillosa; para mí fue todo un descubrimiento que este estupendo artista no sólo lo fuera en el teatro, el cine o la televisión, sino  también  en el  arte de la plástica, como excelente escultor y pintor. 
 
Orgulloso me mostró  sus obras y sinceramente quedé gratamente sorprendido de su gran sensibilidad y técnica. Sus personajes de galán en las telenovelas provocaron en las décadas de los  70 y 80 tumultos fuera de las locaciones de filmación y después frente a los televisores. Así sucedió con “Los ricos también lloran”,  en 1979, donde compartió créditos con Verónica Castro y que, por cierto, le dio la vuelta al mundo y se tradujo hasta en chino. 
 
Así que esta vez me tocó descubrir una faceta que no se si ustedes ya conocían de este hombre que dedicó su vida a una empresa de televisión que hoy ya no lo considera en sus repartos de telenovela. Yo pensé que nada más en la lucha libre se daban este tipo de ingratitudes,  pero ya veo que no. 
Hildegardo Francisco Guerra Martínez, su verdadero nombre, es un hombre de recia personalidad, deportista, talentoso, creativo, sensible, generoso, gran ser humano y que,  por tal motivo, sus amigos le harán un merecido homenaje este lunes 9 de marzo. Están todos invitados  al Teatro Telmex, a las 8 de la noche. 
 
Los homenajes siempre deben de hacerse en vida, no cuando uno, desde la tumba, ya no los pueda disfrutar. Nos leemos la próxima semana para que hablemos sin máscaras. 
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