Nadie ha tenido noticias de Karla y su hijo

22/07/2014 03:00 Lydiette Carrión Actualizada 22:05
 

No queda duda de que Karla Alejandra Márquez Calzada, de 23 años, y su pequeño hijo Alan Daniel Hernández, casi de tres, están desaparecidos. El problema es que nadie sabe desde cuando. Después de su divorcio en 2013, Karla había regresado a vivir a la casa materna. Ahí terminó la carrera de sicología en una universidad privada y su madre, Jimena Virginia Calzada, le ayudaba a cuidar a Alan. Sin embargo, en diciembre pasado Karla tuvo una discusión con su madre. Unos días después anunció a su familia que deseaba independizarse y así lo hizo.

Sacó sus pertenencias y las del niño y se mudó a un cuarto cerca del metro San Joaquín. Consiguió un trabajo por la zona, en el área de recursos humanos de una empresa; pero no dijo cual. Comenzó a hacer su vida. Cada fin de semana visitaba a su familia: madre, padre y hermana. Y de lunes a viernes se mantenía en contacto con ellos mediante mensajes de texto por celular. La última vez que los visitó fue el 6 de enero, Día de Reyes, cuando Alan recibió regalos por parte de los abuelos.

Así, por mensajes que Jimena todavía guarda en el celular, supieron del primer día de clases de Alan en una guardería localizada muy cerca del Árbol de la Noche Triste. Se enteraron que el pequeñín estuvo a punto de ponerse a llorar, hasta que vio a los otros niños y se incorporó feliz a los juegos.

Alrededor de la tercera semana de enero, la madre de Karla le mandó un mensaje de texto para preguntarle si iría a su fiesta de cumpleaños, a finales de mes. Ella respondió que no podría, ya que Jonathan, un amigo y antiguo profesor en la universidad, la había invitado de vacaciones a Guadalajara.

De nuevo mandó mensajes, esta vez escuetos, sobre haber llegado a aquella ciudad. Días después llegó otro mensaje en el que avisaba que había regresado a la ciudad de México. Otros mensajes llaman la atención: cada vez que un familiar marcaba el teléfono se cortaba la llamada. Después, presuntamente, la joven enviaba un mensaje en el que decía que su teléfono estaba fallando. De este modo, después de las vacaciones referidas, el único medio de comunicación fue escrito.

Durante febrero, el teléfono estuvo apagado. Karla mandó algunos mensajes por Facebook, en los que aseguraba estar bien. Pero después dejó de comunicarse del todo.

Y así pasó marzo, abril, mayo. En ese mes, la familia se preparó para celebrar el cumpleaños de la abuela paterna de Karla. Y trataron de comunicarse con ésta de nueva cuenta. Habían pasado ya 4 meses desde que la vieran físicamente por última vez. Marcaron su teléfono. Continuaba apagado. Seguía sin responder mensajes.

DIJERON HABERLA VISTO, PERO A ELLA SOLA
La madre, cansada de esperar, decidió ir a buscarla a la zona donde siempre la iban a dejar, cerca del metro San Joaquín. La señora caminó cuadras y cuadras, fotografía en mano, preguntando a comerciantes y peatones. Nadie la había visto. Siguió caminando hasta llegar a la calle Lago Erie. Ahí, varios comerciantes dijeron reconocerla. La habían visto por la zona; pero tiempo atrás. Todos coincidieron en haberla visto a ella sola; no a su hijo.La madre buscó entonces a Jonathan, de la universidad. Él aseguró que jamás había invitado a Karla a Guadalajara. Pero indicó que alguna vez la joven le había pedido dinero prestado para pagar el depósito de su nuevo hogar.

Terminó mayo, junio. La familia seguía sin recibir noticias de Karla. Fue hasta inicios de este mes que decidieron interponer una denuncia de hechos y reportar a la joven desaparecida. Apenas comienzan a tramitar la sábana de llamadas de Karla.

Hasta la fecha, nadie ha tenido noticias de Karla. Ni su ex pareja o amigos de la universidad, padres o hermana. Su familia sólo quiere saber si está bien.

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