Exigen justicia para Lupita

La roja 13/12/2016 08:41 Lydiette Carrión Actualizada 10:43
 

A la maestra Guadalupe Mora Palacios la mataron el 11 de noviembre en Xalapa, Veracruz. En el santo de Guadalupe, sus amigos y familiares siguen exigiendo que su asesinato no quede impune.

Alrededor de seis meses atrás, se habían metido a robar una casa en la misma cerrada sobre la Betancourt, una coqueta callecita empedrada, situada en el centro de Xalapa. La gente de por ahí no es rica, pero se trata de familias con historia y tradición en la llamada “Atenas Veracruzana”, ciudad que antes era considerada segura, de tradición. Los vecinos solían caminar a cualquier hora y sentirse a resguardo. 

Pero eso terminó unos años atrás con el crimen organizado. Y ahora, la capital comenzó a ser asolada por el crimen común. Por ello, los residentes de la calle hicieron un grupo de Whatsapp, instalaron algunos sistemas de seguridad y de monitoreo y hacían reuniones periódicas. De hecho, la noche del 11 de noviembre, cuando mataron a Lupita, los vecinos la esperaban para una de esas reuniones.

Lupita era conocida y querida en Xalapa y la ciudad vecina de Coatepec, Veracruz. Maestra jubilada, promotora cultural, buena vecina, mujer tranquila. Vivía sola, pero su familia estaba cerca, seguía activa socialmente. Esa noche, los vecinos se reunieron para hablar sobre la seguridad, y Lupita no llegó. Cuando terminó la asamblea una de sus familiares la fue a buscar.

La mujer entró a la casa. La puerta de entrada no estaba forzada, pero sí abierta. 

En cambio la puerta de la recámara estaba cerrada por dentro. Entonces la mujer salió al patio para asomarse por la ventana, fue ahí que vio Lupita amarrada.

Entre los vecinos tiraron a golpes la puerta de la recámara. La gente se arremolinó frente a la casa de Lupita; los familiares lograron forzar la entrada de la habitación, pero era muy tarde, Lupita ya estaba muerta.

Entonces su familia recordó: una pariente había pasado a visitarla a la una de la tarde aquel día, y todo estaba bien. A las cuatro de la tarde pasó de nuevo, entró a casa y no vio a Lupita; pensó que había salido, o algo así. No se preocupó más. Al caer la noche se le esperaba en la reunión de seguridad y no llegó. Atando cabos, la familia concluyó que probablemente la asesinaron antes de las cuatro de la tarde.

En la capital de Veracruz, el asesinato de la mujer de 71 años causó indignación. El o los asesinos le quitaron la vida para robar dos pantallas de plasma, un teléfono celular y un ipad. Pero al final ni siquiera eso se pudieron llevar. A la crueldad de los criminales se sumó la negligencia de las autoridades. La escena del crimen, acusan vecinos, no fue respetada por autoridades, ni se realizaron los protocolos necesarios: las investigaciones comenzaron hasta 15 días después, a pesar de que, es de todos conocido que mientras más rápido se inicie una investigación, habrá más posibilidad de que se dé con los culpables.

PREVALECE INSEGURIDAD

Esto ocurre en un contexto de alta inseguridad en la ciudad de Xalapa, cuyo Centro Histórico se ha vuelto blanco de atracos, asaltos y actos vandálicos. Y donde además la violencia contra las mujeres ocasionada por el crimen organizado tiene fama mundial. Apenas la semana pasada, el diario inglés The Guardian publicó un reportaje sobre la desaparición de al menos 50 mujeres jóvenes en Xalapa, en sólo tres noches durante 2011. En abril de 2012, la periodista y corresponsal de Proceso, Regina Martínez, también fue asesinada en aquella ciudad.

El crimen de Lupita Mora ocurre además en medio de una profunda crisis en Veracruz: el antes gobernador, Javier Duarte, se encuentra prófugo de la justicia dese hace mes y medio. Es buscado por malversación de fondos públicos durante su gestión, donde, además, la inseguridad y la violencia repuntaron en el estado

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