Primas huyeron de su pueblo en Guerrero

11/08/2015 03:00 Actualizada 13:19
 

Tecuescontitlán es un pueblo que se encuentra a poco menos de 30 kilómetros de la ciudad de Iguala, Guerrero, sobre la carretera que va con rumbo a la capital de ese estado, Chilpancingo. Es un pueblo chico, con poca recepción de celular.

El 14 de julio de este año, alrededor de las 7:40 de la mañana, Teresa Castañeda Hernández envió a su hija de en medio, Yeimi Rangel Castañeda, de 14 años, con la cubeta de nixtamal para que la llevara al molino.

Por lo general se tardaba, ya que a diferencia de los demás miembros de la familia, solía esperar ahí mismo a que le molieran. Por eso dejó pasar media hora antes de enviar a su hijo pequeño a buscarla.

El hermanito llegó al molino y le entregaron la cubeta. Yeimi había estado ahí, pero se había dirigido en dirección a la casa de su prima Mereyda, un año más chica que ella y a quien era muy unida. El niño fue a buscarla.

Ahí se enteró que su hermana, efectivamente, había llegado. La recibió su tía, Adriana Ortiz, y madre de Mereyda Rangel Ortiz, de 13 años.

—Tía, ¿le da permiso a Mere de acompañarme a comprar cilantro que me encargó mi mamá?, preguntó Yeimi.

Mereyda se levantó de la cama, se peinó y se fue con su prima. Ambas salieron con lo que llevaban puesto, calzadas con chanclas de pata de gallo, sin suéter alguno, dado que la región es muy calurosa. Así le dijo al niño, éste se fue, pero al poco rato regresó a preguntar de nuevo. Yeimi no regresaba.

Adriana salió a buscarlas a las tiendas que posiblemente habrían visitado. No las halló, pero al hablar con Teresa, supo que ésta jamás había enviado a Yeimi por cilantro. Para las 9:30 ya habían hablado con otras primas y amigas de la secundaria. 

Así supieron que las niñas habían expresado que irían a Jalisco, a visitar a la abuela de Yeimi, —pero esto no es verdad, ya que hace mucho que la abuela vive en Estados Unidos y Yeimi lo sabe—, explica su madre, Teresa.

BÚSQUEDA.  Adriana y Teresa intuyeron que las niñas habían dejado el pueblo, se dirigieron a toda prisa a Iguala, de donde podrían tomar autobuses al exterior. Llegaron a la terminal alrededor de las 10:00 de la mañana. Preguntaron al gerente por sus hijas. Tras muchas súplicas, el gerente finalmente revisó. Mereyda había comprado un boleto con rumbo al Distrito Federal, y otra niña un boleto bajo el nombre de Brisa (así se llama la hermana mayor de Yeimi). Habían salido de Iguala a las 11:00 de la mañana a bordo de un autobús Costaline.

Llegarían a la ciudad de México tres horas y media después.

“Nosotros le dijimos al gerente que por favor detuviera el autobús, o que fuera un poco más lento, pase lo que pase, nosotras asumimos la responsabilidad, póngase en nuestro lugar, son nuestras hijas”, explica Adriana. Sin embargo, el gerente se negó, dijo que bajo ninguna circunstancia se podía detener a nadie, y de lo contrario él estaría cometiendo un secuestro. Las madres entonces insistieron en que al menos pidiera al autobús ir un poco más despacio. La hermana de Adriana, Miguela, vive en el DF, pero a una hora de la terminal de Taxqueña, a donde llegarían las jovencitas. El gerente también se negó.

La tía llegó a la terminal diez minutos después de que las niñas bajaran del autobús. No las alcanzó.

Aunque la familia interpuso una denuncia en Iguala, hasta la fecha las autoridades no han activado la alerta Amber. Nadie busca a Yeimi y Mereyda. Sólo se sabe que llegaron al DF. Nunca habían dejado su pueblo natal.

 

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