“Sólo quiero saber cómo está mi hija”

08/12/2015 03:00 Lydiette Carrión Actualizada 13:28
 

Rocío Itzel Mendoza Morán tiene 15 años y desapareció el 14 de noviembre de 2015. Ese día, como todos los sábados, iba a ayudar a su tía con un puesto de verduras en el tianguis sobre la avenida Plan de Ayala, en Naucalpan, y que está bastante cerca de su casa. Al regreso solía traer mandado, que en su casa ocupan para comer toda la semana.

El 14 de noviembre, Rocío se levantó a eso de las 8:00 y dejó la casa a las 10:00 de la mañana. Poco antes del mediodía la tía llamó a la mamá, Verónica Erika Morán González, para preguntar por Rocío, ya que no había llegado al puesto. 

UNA NIÑA SOLITARIA. Rocío es buena niña, asegura Verónica. Sin embargo, había tenido un año difícil, ya que había dejado de estudiar debido a problemas económicos. Tras terminar la secundaria tuvo que quedarse a la deriva por un año. 

Poco tiempo antes de desaparecer Verónica le ofreció pagarle un curso de inglés en lo que empezaba el próximo ciclo para ingresar al bachillerato. Rocío había dicho que sí.

Rocío pasaba mucho tiempo sola, casi no veía a sus amigas de la secundaria. Durante los tiempos muertos navegaba en internet y en Facebook. 

Ahí conoció a un muchacho de su edad, de quien se hizo novia, aunque el chico “nunca estuvo aquí en la casa”, explica Verónica.

Para cuando Rocío desapareció la madre buscó a las amigas, quienes explicaron que hacía mucho no la veían. El novio, en cambio, dijo saber que Rocío salía con otra persona, un hombre ya mayor, de unos 30 o 35 años, y que vive en Ciudad Nezahualcóyotl.

“Estoy preocupada por ella porque es una buena niña y no se ha comunicado. Ya ve cómo está esto de la trata de personas. Yo no sé si está bien o mal. Sólo quiero saber cómo está”, señala Verónica. 

Rocío dejó su aparato de celular, pero se llevó el chip. El 15 de noviembre, un día después de que desapareció, la mamá llamó y alguien contestó, pero guardó silencio al otro lado de la línea. Verónica imploró por que regresara. Colgaron. Después de esa fecha el teléfono ha permanecido apagado.

Desde el inicio, Verónica trató de levantar una denuncia, pero el fin de semana en el que Rocío desapareció fue puente por el 20 de noviembre. La atendieron días después. 

Pidió que se revisaran los últimos mensajes de celular de su hija, pero el Ministerio Público en Barrientos dijo que “era muy difícil” por el papeleo. También solicitó que se revisaran varias cámaras de seguridad cercanas a su domicilio. Y de nuevo le respondieron que “era mucho trámite”. Actualmente, considera, será casi imposible acceder a los videos de seguridad y también a la información de celular.

Verónica reitera: “Mi hija es una niña muy noble. Si estuviera bien ya se habría comunicado”.

“Estoy preocupada por ella porque es una buena niña y no se ha comunicado. Ya ve cómo está esto de la trata de personas. Yo no sé si está bien o mal. Sólo quiero saber cómo está” 

Verónica Erika Morán González

 

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