Sólo su familia busca a Abril

04/08/2015 05:00 Lydiette Carrión Actualizada 12:37
 

Lidyette Carrión 

El sábado 27 de junio la niña Sharon Abril Chávez Espinoza, de 12 años, hizo sus actividades con normalidad. Por la mañana fue a un curso de computación que tomaba los fines de semana, luego llegó a casa y al caer la tarde fue a un centro comercial en compañía de su mamá, Esmeralda Chávez, y su hermanita de 11 años. Abril (prefería ese nombre) pidió a su mamá unos audífonos para celular. Y los consiguió.

Las dos pequeñas vivían en casa de los abuelos maternos, en Atizapán de Zaragoza, estado de México. Por la noche llegaron a su hogar, cenaron y se fueron a dormir. Pero antes de que dieran las 7 de la mañana la abuela revisó la habitación. Abril no se encontraba en su cama. En algún momento de la madrugada empacó su ropa más nueva, una que le acababa de regalar una tía, se puso los tenis más nuevos también, se llevó su celular y el Xbox. Dejó un mensaje: se iba a hacer una vida, formar una familia. La hermanita no sabía nada.

Los abuelos llamaron a Esmeralda e inició la búsqueda. La abuela llamó a las compañeras de Abril en la secundaria. Una de ellas, preocupada por la ausencia de una de sus mejores amigas, decidió revelar los secretos que aquélla le había confesado.

Abril tenía tres cuentas de Facebook. Sólo una de ellas era de conocimiento de sus familiares. En otra; sin embargo, a la que sólo tenían acceso sus amigos, conoció a un individuo que dijo llamarse César Daniel Arellano, de 21 años y originario del estado de Veracruz.

Esta amistad virtual había comenzado cinco meses antes de la desaparición de Abril. La compañera de la escuela dio más datos y así, ese mismo día, los tíos de la niña desaparecida investigaron la cuenta oculta. En ésta, Abril se hacía llamar “Nena Abril Bebe Chávez de Arellano”. Y señalaba que estaba “en una relación” con “Danny Arellano de Chávez”. Sin embargo, la fotografía del perfil no era la de un joven de 21 años, sino de un hombre que al menos rebasaba los 35.

“No nos costa que esa persona sea quien se llevó a Abril”, admite Esmeralda. Sin embargo, al preguntar en la colonia un vecino recordó que la misma noche en la que desapareció Abril vio a un hombre que esperó durante un buen rato, justo en la esquina donde se encuentra la casa de la niña. Le mostraron la fotografía. Dijo que era esa la persona que había visto.

Otros amigos de Abril se  atrevieron a hablar. “Daniel” o “César” o “Danny” llamaba a la niña todos los días a la hora del recreo y de la salida. Si ella se tardaba en contestar el teléfono aquél reclamaba. 

Una semana antes de la desaparición Abril había comentado que su novio viajaría desde Veracruz para verla.

Los familiares tuvieron poco acceso a estos perfiles de Facebook, ya que en las siguientes horas tanto el de Abril como el de Daniel fueron eliminados.

El mismo día de la desaparición la familia interpuso una denuncia ante el Ministerio Público de Atizapán de Zaragoza, donde vive la familia. 

El expediente dio vueltas.  Llegó hasta Barrientos, luego los funcionarios dijeron a la madre que le llamarían para avisarle dónde quedaría radicado. Pero jamás o hicieron. Finalmente, días después, por medio de una organización civil supieron que había quedado en Cuautitlán. Hasta la fecha no han tenido acceso al expediente.

 

Aunque el teléfono de su hija ha permanecido apagado durante todo este tiempo, Esmeralda le transfiere crédito con regularidad. “Quiero estar segura de que si necesita llamar pueda hacerlo”. Hasta ahora tampoco ha sido investigada la sábana de llamadas ni la computadora. Esmeralda concluye: “Nadie está buscando a mi hija”.

 

 

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