No han movido ni un dedo para encontrar a Sandra

01/04/2014 03:00 Lydiette Carrión Actualizada 22:08
 

Sólo hay tres certezas sobre la desaparición de Sandra Cabrera Flores, de 18 años. La primera: el 22 de febrero a las cuatro de la tarde, como todos los sábados, Sandra terminó su turno laboral en la zapatería marca Cklass, ubicada sobre avenida López Portillo, en Ecatepec, estado de México y salió de la tienda. La segunda: llamó a una amiga para pedir un favor. La tercera: envió un mensaje desde un celular que no es el suyo. Nadie la ha vuelto a ver. Los familiares han recopilado versiones y testimonios alrededor de estas tres certezas. Y esto es lo que saben, en voz del hermano, Armando Cabrera: Alejandro, que por la mañana labora con Sandra en la tienda y por las tardes maneja un taxi, se ofreció a darle un aventón a su casa, a unos 15 minutos en auto, en el poblado de Guadalupe Victoria, Ecatepec. Circularon sobre la López Portillo y después doblaron en avenida de las Flores. En la esquina con Francisco Villa, la joven le pidió que se detuviera, ya que, dijo el muchacho, ella vio a su papá caminando sobre la calle y lo iba a alcanzar.

Una vecina dijo haber visto a Sandra alrededor de las cinco de la tarde, a pocos pasos de su casa. Aseguró que iba acompañada de un muchacho “no muy alto”, con gorra roja, pantalón recto; “ni entubado ni guango”, aclaró. A las siete de la noche, la madre de Sandra le marcó al celular. La joven contestó; dijo que se encontraba con Ana, su mejor amiga y quien vive a un par de calles.

A las 8:30 de la noche, Sandra se comunicó de nuevo. Mandó un mensaje de texto al celular de su madre, desde el teléfono de Alejandro, el muchacho del taxi. Informaba que no tardaría mucho y que estaría en casa a las 10 de la noche. Sandra no llegó.

A las 11:30 pm, el hermano de Sandra, Armando, le marcó. En la primera ocasión la llamada entró, pero nadie contestó. Lo mismo ocurrió en la segunda. Para la tercera, el teléfono había sido apagado. Y así está desde entonces.

IBA ACOMPAÑADA

Al día siguiente, el domingo 23, la familia llamó al teléfono desde donde había salido el mensaje de Sandra. Contestó Alejandro; era su celular. Fue cuando él aseguró que la tarde anterior le había dado un aventón a Sandra a la esquina de Francisco Villa y las Flores, y que posteriormente, por la noche, la había encontrado de casualidad nuevamente sobre Francisco Villa. Que iba acompañada de un muchacho con “pantalón blanco” y “pelos parados”. Que entonces le hizo el alto y le pidió prestado su teléfono móvil. Entonces llamaron a Ana, quien, al ver la preocupación de la familia, explicó que Sandra le marcó alrededor de las 4:00 de la tarde desde un celular que no conocía para pedirle que no se dejara ver por su calle, ya que había dicho que estaría con ella.

 

¿Qué pasó?, o ¿en qué andas?, le inquirió Ana. Sandra, tranquila, le dijo a su confidente: “Luego te cuento”. Era una niñería; una travesura.

Revisaron el número: era el de Alejandro, el taxista.

Ese mismo domingo, por la tarde, la familia se presentó en la agencia del Ministerio Público de San Cristóbal, Ecatepec, para levantar la denuncia. “Sí nos la tomaron, pero digamos que no muy bien. Ni media hoja de declaración”, acusó el hermano.

En San Cristóbal les dijeron que el caso sería remitido a San Agustín, también en Ecatepec. Ahí se presentaron el martes para pedir informes. Otro agente les comentó que el expediente se había ido a Texcoco, ya que es en esa agencia donde se encuentra el departamento especializado en desapariciones y trata personas.

Ha pasado más de un mes desde la desaparición de Sandra. Ninguna de las oficinas ha llamado a declarar a Ana; únicamente a Alejandro, el taxista, quien no se ha presentado a declarar.

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