Nos orgasmeamos en el cine

Sexo 27/04/2016 05:00 Anahita Actualizada 05:00
 

Últimamente he dejado los pantalones para los días de frío y me ha dado más gustito usar faldas y vestidos por el calor que azota a la ciudad, pero sobre todo para no perder tiempo, como en esa tarde de cine que tuve con ‘B’. 

Era la una en punto y ya estaba esperándome en la taquilla con una cubeta de palomitas, dos refrescos y esa sonrisa enmarcada por su barba oscura que raspa mis delirios. Lo vi a lo lejos y la oportunidad de lucirme desfilando hacia él con el claro objetivo de que me contemplara de pies a cabeza, no la iba a desaprovechar.

 Yo digo que la seducción de una mujer hacia un varón comienza con la manera de caminar, y a ‘B’ le fascina la mía.

A unos pasos de llegar a mi amante, abrí los brazos y arribé a su cuerpo con un  apretón amigable, aunque con la desfachatez de chocar mis senos contra su torso para rozar la piel que sobresalía de mi escote con la suya, asomándose por su camisa con tres botones sin abrochar. 

Y en un titubeo de que el beso fuera en los labios o la mejilla, mi risa nerviosa se topó con la comisura de su boca sabor a menta. Lo ayudé con un vaso y entramos a la sala. “Hasta atrás”, me indicó, mientras yo subía las escaleras y viendo de reojo que miraba mi trasero. “Menos mal que traes las manos ocupadas, que si no, ya me habrías nalgueado”, le dije contoneándome aún más.

Escalamos a lo profundo de la, de por sí, solitaria sala y llegamos a nuestras butacas para disfrutar la película, cuyo título no le importó a ninguno de los dos, aunque sí verificamos que fuera una con mucho ruido y acción. Acomodados en las sillas, comenzó la función; la luz de la pantalla iluminaba nuestras caras impacientes de que iniciara el estruendo que prometía la trama, y mientras conversamos bajito sobre banalidades, apaciguando la picazón que nos recorría por que las pieles también platicaran. Entre un puño y otro de palomitas de su mano a su boca, con la otra acariciaba mi muslo para pasar a la entrepierna; yo no me animaba todavía y tímida le di un jalón a la bebida por el popote, a la vez que ‘B’ levantaba despacio la falda. No tuve más remedio que abrir las piernas, al mismo tiempo que sorbía   mi refresco y mis dedos entraban en el cubo de la botana; debí comer despacio y respirar por la nariz, pues la magistral contorción de su mano hurgando en mi ropa despertaba gemidos débiles, pero constantes.  

Por fin, las relampagueantes escenas se hicieron presentes, y dejé de comer y de beber; él puso a un lado el recipiente y también separó sus piernas, volteé a mirar su movimiento, y nunca lo noté, pero ya se había desabrochado el cinturón; “ahora tú haz lo demás”, me ordenó sin dejar de ver la pantalla y de acariciar mi muslo izquierdo; desabotoné los vaqueros, bajé el cierre e introduje mi palma que tomó la forma de su falo para subirla y bajarla por sus bóxer, cuyo textil le daba más estímulo en la fricción. Y ahí estábamos, masturbándonos uno al otro como dos adolescentes, haciendo como que veíamos el filme muy calladitos. Luego tomó mi mano y la metió a su falo desnudo; con mi dedo pulgar comencé a juguetear con su glande que ya supuraba su jugo previo y me dio mucho antojo de chuparlo. 

Discreta, me levanté de la butaca y me arrodillé como pude frente a su miembro mientras soltaba cada botón de mi blusa. Empecé a comerme su pene y él metió su mano en el brasier, atrapando con dos dedos mis pezones y dando pequeños estirones que me pusieron tan ardiente que succioné con más hambre su obelisco; me incorporé y saqué mis pechos del sostén para aprisionarlo entre ellos, al tiempo que yo misma me tocaba mojando mis yemas. 

Mi contemplación se limitaba a su rostro fruncido, jadeante y sus ojos cerrados, despeinándome desesperado. Mi lengua regresó a su carne erecta y lo engullí glotona para propiciar su erupción. El deslechamiento fue impetuoso y se derramó de mis labios a mi tetas… 

Tras besarnos como hipnotizados por el rico cachondeo, ya sólo quedaba esperar a que ‘B’ recuperara la conciencia e irnos de ahí para continuar con la función en otro lado.

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