Nos cachondeamos por internet

Sexo 16/11/2016 05:00 Anahita Actualizada 05:00
 

Sus fotos iban desde su cara más sonriente, hasta las que dejaban ver su torso con la camisa entreabierta, velludo y moreno, con la discreción de no parecer tan insinuante, pero sin poder esconder lo candente que resultaba su ser caribeño.

Internet nos dio la oportunidad de conocernos; a través de una aplicación de celular, donde una pasarela de posibilidades de ligar pasa frente a los ojos del usuario por medio de fotos, resaltando nuestras cualidades, Érick y yo coincidimos dándonos like mutuamente y así empezamos a chatear.

Su elocuencia y mi previa investigación de su persona que fue   confiable, me latió para seguir conversando sin que nos faltaran las ricas indirectas del gusto que sentíamos uno por el otro.

A diferencia de otros hombres que me pedían que les posara ante mi computadora para tener sexo virtual, Érick ardía de ganas por conocerme en persona.

Durante varios días, nos saludamos con picardía; nos deseábamos buen día y lindas noches llenas de arrumacos cibernéticos, y cuando él me lo pidió, uno de esos intercambios incluyó algunas imágenes con transparencias deslizándose en mi piel como ropa de noche.

“Qué bien voy a dormir viendo esos lindos pezones erectos rozando la tela de tu bata”, respondía titulando las fotos que le enviaba sin necesidad de contestarle, ya que todo estaba dicho: queríamos tener sexo en vivo.

Su mesura me excitaba; su ansiedad vestida de inocente amigo internauta me alborotaba. Bien dicen que el lobo disfrazado de oveja es el más peligroso de la fauna… Nos veríamos un viernes y apenas era martes. Mientras el encuentro se daría, me decía que tenía ganas de tocarse con cada una de las imágenes colgadas en mi perfil de la app de ligues y le respondía que yo también. La expectativa estaba a tope y la congoja metía freno, pues hasta esa noche nos involucraríamos más allá de la luz emitida en la pantalla del celular.

“Me gusta cuando me escribes con el pretexto de saludarme”, le escribí en la penumbra de mi cuarto en plena madrugada. “Me encanta que te hagas presente en la medianoche”, me respondió como si me despojara de las sábanas que cubrían mi desnudez a punto de masturbarme pensado en el gran día.

Así fueron las noches acrecentando la insensatez de los dedos tocándonos como si fueran los del que contestaba los textos del mensajero instantáneo…

Viernes por la mañana: “Entonces, ¿nos vemos a las 8 pm?”, tecleó en el espacio donde un sinfín de frases ya habían construido el plan de enfrentarnos en un restaurante al sur de la ciudad; “a las 8”, confirmé entusiasmada y contemplativa en una imagen donde se veía fiestero junto a un par de amigos.

Y por la tarde, después de salir de la ducha para la ocasión, no pude evitar ir a la cama y tenderme en ella para deslizar mi mano por mis tetas y amasarlas, deleitando mis labios con la lengua, mientras la otra sucumbía a los aceites que segregaba mi vagina. Me eché boca abajo y comencé a restregarme sobre el edredón a la vez que el turbante que enjugaba mi melena se desanudó, liberando mi cabello que empapó mi columna… El celular repicó con su llamada. 

Sofocada, interrumpí mi ritual y contesté: “Creo que no nos veremos en el bar”, le avisé, dictándole mi domicilio; “¿qué estás haciendo… voy para allá”, me respondió, certero de lo que estaba sucediendo.

Me llené de fragancias y me cubrí con una bata para recibirlo. Sonó el timbre, me dirigí hacia la puerta y abrí desatando el lazo satinado, me llevé el dedo medio a la boca y Érick lo atrapó con la suya invadiendo mis labios al mismo tiempo que metió sus brazos entre la tela para aprisionarme las nalgas. “Estás mejor que como te ves en las fotos”, susurraba en mi cuello mientras nos encaminábamos a la alcoba. Su ropa rozaba mis ingles,   senos,  pubis que estaba a punto de estallar,  sus palmas rasgaban mi espalda y me lamía.

Mis piernas se enroscaban en su cintura y frenética le quité todo sin parar de comérmelo a besos, empujándome hacia su miembro para que me penetrara mientras sonaba “Sé mío” de Alabama Shakes en el reproductor.

Así, él encima de mí, se enredaron las alfombras púbicas, reventamos en orgasmos y se mezclaron los sudores con salivas y palabras inconexas, aunque todo estaba dicho:   en adelante, ya seríamos los amantes de piel y aromas vivos que se conocieron por un chat.

Google News - Elgrafico
Temas Relacionados
sexo placer sexo en vivo deso lujuria

Comentarios