Verónica presiente que su hija vive

La roja 31/01/2017 05:00 Lydiette Carrión Actualizada 05:00
 

Verónica Castro Villalón siente en el cuerpo que su hija África Camila está viva, no sabe en qué parte de la ciudad o del país, si está bien o mal. Pero su instinto le dice que está viva, y este mes, la niña cumple 13 años. Es el tercer cumpleaños que la niña pasa desaparecida.

“Me duele mucho no estar con mi hija, más ahora que está por convertirse en una señorita, no estar con ella...”. 

El 11 de septiembre de 2014, Camila, de entonces 10 años, pidió permiso para ir a la tienda. Eran entre las 7:30 y 7:40 de la noche, en lo más alto de Lomas de San Juan Ixhuatepec, Tlalnepantla, Estado de México. 

En la colonia no es inusual que los niños salgan a esa hora, a las maquinitas o a la tienda, o simplemente a jugar una ‘reta’ de futbol. 

Verónica le  dio permiso y la acompañó afuera de la casa. Camila inició el camino, de pronto volteó a ver a su mamá y le dijo: “Mamá, te quiero mucho”. 

Verónica entró de nuevo a la casa. Pasó el tiempo, media hora, una hora. Entonces salió de nueva cuenta a buscarla. Fue a la primera tienda, a una cuadra de la casa. 

Ahí, varios niños se arremolinaban en torno a las maquinitas. Una niña le dijo haber visto a Camila caminando rumbo a una segunda tienda, pero no puso mayor atención, porque estaba ocupada jugando.  Verónica fue a la segunda tienda. Ahí nunca llegó.

Esa noche buscaron a África hasta las 3 de la mañana. Al día siguiente quisieron interponer la denuncia ante el Ministerio Público de Tlalnepantla. Pero las autoridades se negaron. 

Finalmente los funcionarios levantaron la denuncia hasta el  13 de septiembre. 

A partir de entonces, acusa Verónica, las autoridades no han hecho gran cosa. Todo lo que se encuentra en el expediente de su hija son las investigaciones que la familia ha realizado. 

Las autoridades no han aportado nada. Verónica, en cambio, ha viajado a diferentes estados de la República, ha visitado Semefos, hospitales, clínicas, sigue colocando carteles, ha recibido llamadas, y las ha investigado. 

Por ejemplo, en alguna ocasión recibió una llamada en la que le dijeron que Camila había sido vista en Tijuana. 

CON SUS PROPIOS MEDIOS.  Verónica, con sus medios y su dinero, viajó hasta allá, levantó denuncia, visitó los bares y las zonas rojas de Tijuana. No había pista de la niña. Regresaron.

Así, al cabo de dos años y cuatro meses de que Camila desapareció, no hay una sola pista sobre su paradero. Y las autoridades han hecho muy poco, o casi nada. 

Por eso, Verónica exige a las autoridades que investiguen su caso, que interroguen a las personas cercanas y encuentren a su hija. 

En la colonia, en la cuadra, los niños siguen saliendo a las tiendas, las maquinitas y a jugar. No se ha extraviado ningún otro niño. 

Verónica relata que, desde que se extravió su pequeña, ha sido muy duro buscarla. 

“Hay días que me dan ganas de morirme, buscarla y no hallarla. Pero si no estoy yo, ¿quién va a buscarla?, además tengo otro hijo y debo estar para él”. 

A su hija le dice que la quiere y la extraña mucho, que va a seguir buscándola, que si ella puede regresar a casa, que ella, su mamá, su hermano y abuelos, toda la familia, la están esperando.

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