Athziri desapareció con todo y mascota

La roja 29/11/2016 05:00 Lydiette Carrión Actualizada 05:10
 

La mañana del 4 de octubre pasado, Athziri Yael Vázquez Pérez, como cualquier otro día, vistió su uniforme blanco de enfermera,  salió de casa y se dirigió a su escuela, el CETIS 57 de Enfermería. La única diferencia es que ese martes llevó consigo a su mascota, una perrita muy pequeña, color café tipo chihuahua, la cual es su adoración. Athziri nunca llegó al plantel.

Por la tarde, su madre y su hermanita llegaron a casa. Esta última subió al cuarto que compartía con Athziri y encontró una carta de despedida. Mediante investigaciones, ahora se sabe que hay una mujer involucrada en la desaparición, llamada Mariana, de unos 25 años. Y que en la escuela, la adolescente solía estar contenta hasta que recibía alguna llamada al celular y que, tras platicar unos minutos, su estado de ánimo cambiaba y se tornaba taciturno.

El caso de Athziri recuerda al de Syama, ocurrido en 2014. Syama desapareció de su casa  cuando contaba, también,  con 16 años. Ella dejó su hogar también en octubre, sólo que el día 27, en Ecatepec, Estado de México. Syama solía jugar Xbox y pasar mucho tiempo en redes sociales, y también salió por propio pie de su casa. Del mismo modo se llevó su mascota, una perrita blanca tipo maltés. El desenlace en aquella ocasión: Syama había sido enganchada en redes sociales.

Un muchacho la contactó y la convenció, por medio de cortejos y amenazas, de dejar el hogar. La adolescente estuvo cautiva durante 17 meses, hasta que logró escapar y regresar a casa. Posteriormente el captor la acosó durante varios meses, hasta que la familia pidió ayuda a la comunidad de nuevo.

En el caso de Athziri no se sabe qué es lo que pasó. Sólo que ella salió de casa, con su mascota, y que llamó unos días después a su mamá para decirle: “No me busques, yo estoy bien”. Pero su madre la escuchó nerviosa y muy cortante.

La familia no encuentra una razón de fondo para que la adolescente se haya ido de casa. Oscar Vázquez Hernández, padre de Athziri, explica: “No se veía… no tenía problemas, económicamente no somos una familia acomodada, pero no le faltaba nada. Era una niña de familia. De la escuela a su casa y de la casa a la escuela. Tenía cuatro meses de haber terminado con su novio, ella seguía haciendo su vida normal. El muchacho tampoco sabe nada de ella, él sigue estudiando”. 

A Athziri le gustaba la escuela. Se llevaba bien con su hermanita y con la familia. Con amigos, tranquila. Iba a fiestas, y muchas veces le pedía a su mamá que la acompañara. Pocos meses antes, los tíos habían celebrado su cumpleaños y la llegada de un tío que había viajado a Brasil. Ella se mostraba contenta, tranquila, “no se veía distraída ni nada”. 

El único indicio de un problema lo describieron los compañeros del CETIS. Éstos advirtieron a la mamá que la adolescente “había cambiado un poco en la escuela, porque cuando le hablaban por teléfono, ella cambiaba su forma de ser. Si ella estaba bien, le hablaban, colgaba y se enojaba”.

Óscar Vázquez le manda un mensaje a su hija: “Que nos deje verla físicamente, que regrese a casa, que nos hace falta, que le falta a su hermana, una niña de nueve años. Que la extrañamos mucho, la amamos. Nos hace mucha falta”.

Athziri es una muchacha morena, delgada y alta, de 1.72 metros de estatura. Tiene frente amplia y cara redonda; lleva  brackets y usa el cabello corto y oscuro. El día que desapareció  llevaba puesto el uniforme de enfermería.

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