Buscan pistas de Mariana en la CDMX

La roja 29/08/2017 05:00 Lydiette Carrión Actualizada 15:43
 

Mariana Mercado Guillén tiene 27 años, mide 1.52 metros, es delgada y tiene el tatuaje de una serpiente prehispánica que abarca su hombro y brazo derecho. Es alegre, fiestera, carismática.

Desapareció el 5 de marzo de este año y puede que esté viviendo en algún lado de la colonia Morelos. Es posible que sea víctima de algún delito o que necesite ayuda urgentemente.

En noviembre de 2016, Mariana venía de una mala racha en el trabajo y en su vida personal. Había estudiado para ser locutora, pero las cosas no salían como ella quería; habían pasado cosas malas y se encontraba muy deprimida; sin embargo, consiguió un trabajo en un call center y se dispuso a salir adelante.

Por aquellas fechas conoció a Eduardo, joven que le ayudó a entrar a trabajar a una productora musical. O al menos eso dijo Mariana a su mamá, Celina Guillén Belmond. 

Se suponía que la productora se encontraba cerca de Tlatelolco, pero en muchas ocasiones Mariana se iba a Cuernavaca y a otros estados a trabajar: producían artistas musicales, y ella era asistente, hacía escaletas y otras cosas de publicidad. Las actividades no estaban claras. 

Ella llamaba a casa, a veces desde su celular o en otras ocasiones desde un teléfono público. “Mami,  te estoy llamando a escondidas”. “¿Mamá, cómo va el asunto de mi hermano?”. “Mamá, cuando pueda te deposito”. “Te quiero ver, te extraño” o “Tengo que colgar ya”.

Para diciembre, Mariana sólo visitó la casa de su mamá en una ocasión, a finales de mes. Pasearon por el Centro, llevó a su sobrina en hombros. Se le veía feliz, aunque muy delgada; demasiado, pensó Celina. Su hija parecía ser talla doble cero. 

La madre rogó que se quedara en casa, pero ella contestó que no; que debía trabajar, mandar dinero. Se despidió y regresó a Cuernavaca. O eso dijo. 

Para febrero, Mariana regresó a casa. Estaba golpeada en piernas y brazos.  Ella aseguró que la habían atropellado. Estaba todavía más delgada, y su mamá se preocupó aún más. Permaneció unos días en casa, pero una tarde dijo que iba a Perisur. Se fue y ya no regresó. Aparentemente, desde ahí viajó de vuelta a Cuernavaca.

A inicios de marzo, Mariana volvió a comunicarse a casa. Dijo que se encontraba en Tlaxcala. La productora en la que había estado trabajando sin parar no pagaba, y ahora ella se encontraba en un estudio de tatuajes, haciendo la limpieza. Regresó a la Ciudad de México y luego se fue. No se supo nada más de ella.

La familia esperó un poco, mandó mensajes, pero Mariana no se comunicó más. Celina interpuso una denuncia por desaparición a inicios de junio.

LA VIERON POR LA MORELOS.  A mediados de julio, Eduardo, el joven que había contactado a Mariana con la “productora”, se comunicó con Celina. Le aseguró que la había visto cerca del Hotel Marsella, en la calle de Peralvillo, colonia Morelos.

Madre, amigos antiguos y Eduardo se quedaron de ver por la zona para buscarla. “Mariana está muy mal”, dijo Eduardo. Luego manejaron por las calles para buscarla. No la vieron.

Mariana es amiguera; muchas amigas y amigos la quieren. No se ha comunicado con nadie. No contesta el celular y tampoco interactúa en redes sociales. Sólo en una ocasión, hace unas semanas, realizó una “actualización”. Indicó que había dejado de trabajar en “narcomenudista”, “madrota”, y que radicaba en Sinaloa. Su madre, Celina, sabe que esto es una charada, que quien escribió esto no es su hija.

Todo parece indicar (mas no es seguro) que Mariana se encuentra en la Ciudad de México, con un muy deteriorado estado de salud. No se sabe si Mariana está siendo retenida en contra de su voluntad o no, o si requiere ayuda médica.

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