Impiden que Lupita regrese a su casa

La roja 27/06/2017 05:00 Lydiette Carrión Actualizada 05:00
 

Imagine que su hija, que no ha cumplido los 15 años, se enamora de un chico tres años mayor que ella. Que el muchacho la convence de irse a vivir con él, a casa de la mamá. Imagine que usted habla con la mamá del muchacho, y ésta dice que es la decisión de ambos y que su hija ya es la “esposa” del muchacho. Que no hay nada que hacer y mejor le entregue los documentos de la hija, para “formalizar” todo. 

Imagine que una mujer adulta y madura, madre de un chico de 17 años, se niega a entregarle a su hija. Y que lo hace no una, sino dos veces. Y aunque está incurriendo en un delito, según el Código  Penal de la Ciudad de México, permanece impune. 

Esto es justo lo que le está ocurriendo a Herlinda “L”, madre de Guadalupe, una muchacha de 14 años que estaba ensayando para sus baile de XV, estudiando la secundaria y preparándose para su examen de ingreso al bachillerato. Pero a mediados de marzo, no se sabe dónde ni cómo, conoció a Josué Evaristo, de 17 años. El 1 de abril lo llevó a su casa, en la colonia San Rafael,  Azcapotzalco, y pidió que fuera su chambelán. Y el  9 de abril huyó con él. 

En aquel momento, Herlinda levantó una denuncia por ausencia. El comandante al que le tocó el caso dio con Guadalupe, se encontraba en la casa de María Luisa, madre de Josué Evaristo, una microbusera de la misma delegación. Herlinda habló con la mujer: 

—No le puedo regresar a su hija, señora, ya que ella y mi hijo se quieren.

Herlinda se quedó de una pieza. ¿Cómo no le iban a regresar a su hija? Atinó a responder:

—¿Pero cómo no me la va a regresar? ¿Pues cuánto tiempo tiene ese noviazgo?

—Quince días. Ellos se tienen que casar, yo les voy a dar un departamento.

—Voy a llamar al comandante. Usted está reteniendo a una menor de edad.

—Bueno, esto ya se está saliendo mucho de control. 

—Entonces entrégueme a mi hija. 

El comandante de la policía aconsejó a Herlinda que, a todo lo que le dijera la señora, respondiera que sí. Finalmente, el 13 de abril, María Luisa accedió a llevar a la niña bajo la condición de que hubiera matrimonio (el matrimonio de menores de edad está prohibido en la Ciudad de México, ya que se le vincula con violencia contra las niñas y perpetua la pobreza), pero Herlinda interpuso una denuncia. 

Este primer tiempo terminó Guadalupe en un albergue de la Procuraduría capitalina desde el mismo 13 de abril hasta el  24 del mismo mes; salió un día antes de cumplir sus XV años, en los que ya no hubo una gran fiesta. Desde entonces, los padres no se despegaron de la niña. Le insistían que estudiara para su examen de bachillerato, pero el 30 de abril, Guadalupe y su papá fueron a su iglesia. La muchacha cantaba en el coro, el padre salió un momento al baño y cuando regresó, Guadalupe ya había huido.

Desde entonces, Herlinda trata de comunicarse con María Luisa. Ésta sólo responde que su hija se “tiene” que casar con su hijo, que se resigne, que su hija “no quiere” estudiar, que “ya está embarazada”. Que no la va a entregar. 

Las autoridades no han puesto la atención necesaria, no han detenido a la mujer, si bien ya hay una denuncia en contra de María Luisa. 

Nashieli Ramírez, directora de la asociación civil Ririki, especializada en derechos de los niños, explica que en este tipo de casos, que son frecuentes en la actualidad, la autoridad lo que debe determinar es cuál es el interés superior de esta niña. “Si por alguna razón hay un problema con la familia de origen, la autoridad debe determinar cuál es el lugar más adecuado para esta niña; pero ese lugar jamás va a ser con la suegra ni con el muchacho”, incluso, explica, si deciden continuar con un proyecto de pareja. Permitirlo es alentar la violencia estructural contra las mujeres y niñas. 

 

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