Hace un mes que no saben de Monse

La roja 07/11/2017 05:00 Lydiette Carrión Actualizada 05:02
 

Adriana Monserrat Carmona Flores tiene 15 años, se encuentra en estado vulnerable y lleva casi un mes desaparecida.

El pasado 13 de octubre se encontraba en casa. Llevaba ya varios meses en los que se la pasaba pegada al celular, y eso había generado conflictos con  su mamá. Y aquel día, estalló todo. La mamá, Reinalda Flores Arredondo, revisó  el celular y encontró algunos mensajes que no le gustaron. Además, ya había ocurrido que Monse se distraía mientras hacía tarea, así que le dijo que se lo quitaría. Un conflicto, pues, bastante común entre madre e hija.

Reinalda retiró el celular, mandó a la hija que se lavara las manos para comer y subió a la azotea a poner una carga de ropa en la lavadora.

Cuando bajó, Monserrat ya se había ido de su casa, en la colonia Ferrocarril de Cintura, delegación Venustiano Carranza. Era aproximadamente la 1:30 de la tarde. Enseguida, la mamá  comenzó a buscarla. Así supo que su hija había llegado a casa de una amiguita, a unas cuadras de su hogar. No le comentó que había peleado con la mamá. Sólo le pidió permiso para darse un baño; dijo que en casa no había agua. Después de bañarse, agradeció y se fue.

La madre avisó a familiares, amigos. Fue a CAPEA y denunció la desaparición de la hija. Se emitió la alerta Amber. Habló con amigos de la escuela, parientes. Hasta ahora, Monserrat no se ha comunicado con nadie.

“Ya hemos repartido más de 6 mil volantes y nada”, se duele Reinalda. En CAPEA le dicen que “no han llegado noticias” de las cámaras cercanas a la casa”. Lo que no le han dicho a la mamá es que las imágenes de las cámaras del C5 en la ciudad se borran cada siete días. Ni siquiera le han informado eso.

Tampoco han mandado llamar a la joven que vio por última vez a Monse, ni a sus amigos. El expediente de la desaparición simplemente no cuenta con información alguna.

Antes de desaparecer, Monse pasaba por un momento difícil. Había tenido problemas escolares, y se encontraba un poco deprimida. Pero también tenía planes: quería seguir estudiando y llegar hasta la universidad. Le gustan los animales; en casa dejó un perro, una iguana, peces y tortugas; quiere estudiar Veterinaria y Zootecnia.

NINGÚN INDICIO. Pero ahora cualquier plan se encuentra congelado. No hay indicios ni mensajes, nada que pueda sugerir el paradero de Monserrat. Sólo en una ocasión, una antigua profesora de la adolescente se puso en contacto con la familia. Dijo que le pareció haberla visto en el paradero de Tacubaya. No era nada seguro, mencionó la mujer; pero valía la pena darse una vuelta.

El domingo pasado, Reinalda fue personalmente a los paraderos y colocó decenas de volantes con el rostro de su hija. Preguntó, llamó, pero sin éxito. Ningún comerciante o lugareño dijo haberla visto. 

Este tipo de casos, en los que la menor de edad sale de casa por propio pie, suelen ser ignorados por las autoridades. Sin embargo, se calcula que al menos la mitad de las víctimas de trata fueron engañadas y convencidas de dejar sus hogares al ser enganchadas. Además, las menores de edad que no están localizadas se encuentran vulnerables contra cualquier tipo de delito cometido en su contra, en particular, como es el caso de Monserrat, cuando la comunicación con la familia se ha interrumpido.

Cuando se fue, Monserrat llevaba unos pantalones de mezclilla claros, una blusa rosa y tenis blancos con franjas de flores. Mide 1.65 metros y es de complexión regular. Lleva pelo largo, lacio y castaño. Como seña particular, tiene los dedos meñiques un poco torcidos.

 

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