Las ventajas de la soledad

04/04/2014 03:00 Cecilia Rosillo Actualizada 22:40
 
Muchas mujeres lloran tinacos completos al estar en la soltería, hacen  mandas, prenden veladoras y ponen santos de cabeza, mientras van por la vida queriendo encontrar al hombre de sus sueños. Otras  mejor sacan ventaja de no estar mal acompañadas.
 
La soltería, como todos los estados civiles, tiene sus ventajas, no sólo para los hombres, sino  para las mujeres.
 
Por ejemplo, las solteras son dueñas de su dinero. No es extraño que en el afán de cooperar con la pareja las mujeres con pareja salen muchas veces perdiendo más que ganando en el aspecto económico. Las solteras no justifican sus gastos más que con su conciencia,  ganan su dinero y lo gastan donde y como quieren.
 
Son dueñas de sus horarios. No tienen que atenerse a los  marcados por un hombre. Van y vienen a donde y con quien quieren, su tiempo se disfruta en placeres sin reclamo o critica de un varón, como el spa, el salón de belleza, el café con las amigas o las compras de horas.
 
Aunque muchas aman dormir abrazadas a un varón, (lo que es cómodo solo un rato) las solteras gozan de toda la cama, no tienen que esperar a que nadie llegue y les acorte el espacio, las destape, o les ronque. Y sólo ellas deciden la hora de acostarse y levantarse para atenderse.
 
La puerta del ligue se abre todo el tiempo para las solteras, que pueden ver, fantasear y ligar libremente. Y la etapa de la selección es de las más divertidas en el universo femenino. Pueden salir libremente con amigos o galanes sin tener que justificarse, mentir o engañar a nadie. 
 
Las solteras también tienen la ventaja de vestir como les da la gana sin tener que negociar con nadie o darle gusto a la pareja, soportar muecas o la frustración de que ignoren su atuendo. Se visten para verse bien, lo que las hace verse mejor. Las pijamas matapasiones aparecen si les da la gana, junto con los calcetines para dormir o la ropa holgada que no tienen nada de sexy, pero todo de cómodo.
 
 No tienen que pelear porque los espacios estén limpios, la tapa del baño abajo sin salpicar y el papel higiénico en su lugar, ni sentir que su esfuerzo por tener una casa ordenada no vale nada.
 
Por supuesto que el arreglo personal es un motivador de la autoestima, pero hay días que si el cansancio lo amerita una soltera puede dejarse la pijama puesta el día entero, tirarse en la cama y
descansar sin que nadie le diga o le pida nada.
 
No tienen críticos de refri. Nadie se mete con el contenido y ni les dice que por qué todo es light, o les dejan por semanas restos de comida extraña o frascos vacíos y abiertos. Nadie les critica si hacen o no dieta, ni las amenaza con no comer lo mismo. Simplemente comen como quieren o de acuerdo con lo que les conviene.
 
Además, no comparten su closet. Todo el espacio es para sus prendas, zapatos, bolsas o accesorios: amén que no oyen críticas ni juicios cuando expresan que no tienen nada que ponerse.
Viajan, si pueden, a donde desean. Compran los souvenirs que les place y con pagar el exceso de equipaje se ahorran el pleito de que su pareja les restrinja las maletas y lo que quieren llevar.
 
Pueden decidir si quieren o no tener sexo sin sentirse obligadas o comprometidas y pueden elegir con quien. No se tienen que pelear por el control remoto de la tele, ni ver películas que no les interesan por complacer a nadie y pueden llorar viendo una película cursilísima sin que las critiquen o se rían de ellas.
 
Tampoco tienen que soportar en su casa juergas de los amigos indeseables de la pareja, ni verlos a la mañana siguiente con resaca roncando en el sillón  o, peor aún, hacerles chilaquiles para bajarles la cruda a petición de su media naranja. También se ahorran el pleito por correrlos antes del amanecer.
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