¿Quién es María Elena Herrera Magdaleno?

Al día 09/03/2016 19:21 Samuel Ocampo Actualizada 20:28
 

—¿Quién es María Elena Herrera Magdaleno?

—Después de considerarme una ama de casa, porque eso es lo que era anteriormente, pues puedo decir que a partir del 28 de agosto de 2008 me desubicaron totalmente porque fue un cambio de vida drástico. Es algo que no sabemos ni cómo describirlo. Te cambia la vida totalmente y no sabemos ni qué hacer ni cómo hacerlo. Afortunadamente, estos cambios que han surgido intempestivamente también nos han dado a entender que como personas, como mujeres, no nos debemos dejar vencer, sino que en ocasiones yo escuchaba la frase de una persona que decía “lo que no nos mata, nos fortalece” y creo que a mí esto es lo que me ha estado pasando. Porque de verdad que lo que estoy viviendo, el dolor que estoy sufriendo, y no nada más yo, sino las miles de mujeres, madres de familia, esposas, hijas, estamos sufriendo una tragedia, no sé ya ni cómo llamarla, y ésto, muy lejos de asustarnos, nos da valor, fuerzas, para luchar y salir adelante.

—¿Edad?

—67 años.

—¿Estado civil?

—Viuda, porque a los seis meses de que me desaparecen a mis hijos, en agosto de 2008, mi esposo muere de un infarto, el 24 de febrero de 2009.

—¿Cuántos hijos tiene?

—Puedo considerar que tengo ocho; pero me han arrebatado 4.

—¿A qué se dedica?

—Anteriormente, era una mujer dedicada al hogar, pero al mismo tiempo me considero una persona emprendedora porque yo tenía un tallercito donde fabricaba uniformes escolares y los vendía ahí en los lugarcitos circunvecinos al pueblo, en los ranchitos y yo de ahí sacaba mi sustento. Yo no le pedía nada a nadie, tenía una vida estable, en la mayoría de lo posible digna. Porque le repito, nosotros no ignorábamos todo el dolor y todo el sufrimiento que se vive en México y a partir de la desaparición de mis hijos, me arrebataron todo.

—¿Cree en Dios?

—¡Ah, claro! Eso es lo que me mantiene de pie, lo que me ha fortalecido y es lo que me tiene tratando de mantener mi dignidad como mujer, como madre, como esposa y, sobre todo, como miembro de la sociedad.

—¿Y se ha enojado con él?

—Hubo un momento que sí, porque yo dije: “Bueno, si hay tantas madres que no saben qué hacen sus hijos, dónde andan, a qué se dedican, no les importa en una palabra, por andar viendo la televisión, por ejemplo; por distracciones, en muchas ocasiones”, yo digo; sin embargo, sí me llegué a enojar con Dios porque dije: “Bueno, ¿qué pasa?, yo traté de formar a mis hijos, de hacerlos unas personas de bien, unas personas que respetaran, más que nada, todos los derechos de los demás”. Traté de hacerles ver las obligaciones que tienen como seres humanos y dije: “¿Qué pasa, cómo es posible que las calles estén llenas de delincuentes y anden con esa libertad absoluta y nuestros hijos, que tratamos de darles lo mejor, les esté pasando esto?”. Porque puedo decirle que hay compañeras que sus hijos son ingenieros en sistemas, arquitectos, diversas profesiones, y aun así se los han llevado. Son personas de bien.

—¿De dónde saca fuerzas para seguir adelante?

—Precisamente yo siento que Dios es quien le va dando a uno la fuerza para poder vivir. Yo tengo la certeza de que no estaría de pie, me aferro a Dios, me aferro a la esperanza. Ya no me aferro a la justicia, ya no existe en México. Ahorita yo le apuesto a la sociedad y pido a la sociedad para que nos ayude a buscar a nuestros seres queridos. Yo no voy a parar hasta el día que Dios me dé el último minuto de vida.

—¿Cuántos nietos tiene?

—Tengo 24 nietos y tres bisnietos. Cada agosto es doloroso… Es más, cada día 28 me preguntan: “Este día para ti es muy difícil” y yo les digo: “Para mí cada día, todos los minutos, todas las horas son una pesadilla”. Desde que te levantas es una incertidumbre, es una agonía.

—¿Cómo es Pajacuarán, Michoacán?

—Para mí era un pueblo muy tranquilo, podía uno pasar hasta altas horas de la noche caminando, sobre todo en la época de calor. Pero a partir de la desaparición de mis hijos, porque fueron los primeros que desaparecieron en el pueblo, la situación cambió; porque quiero decirle que en el pueblo no debe haber menos de 50 desaparecidos, a lo mejor un poquito más, pero nadie los busca. Los únicos que buscamos a nuestros seres queridos han sido mi familia, mis hijos y yo. Yo inicié buscando 11 personas porque fueron 11 personas las que desaparecieron con mis hijos. Mis hijos trabajaban comprando pedacería de oro y, a su vez, llevaban prendas elaboradas para vender. Es el modus vivendi del pueblo.

—¿Qué les dice a las personas que criminalizan a los desaparecidos o víctimados, sin conocer su modo de vida?

—Esta situación es tan difícil, tan cruel, que en ocasiones nuestra misma familia nos da la espalda porque tienen miedo de pensar, de creer que les va a alcanzar esta desgracia también a ellos. Les da miedo más que nada. Y la sociedad, yo no digo que es miedo, sino que es una sociedad fría, mal informada. 

—¿Somos egoístas?

—Yo creo que sí. Le voy a decir por qué. Porque aun viendo y sabiendo lo que está pasando dicen: “Por algo les pasó o en algo andaban, o algo malo andaban haciendo”, y no se dan cuenta hasta que les pasa.

—¿Usted creó una organización, Enlaces Nacionales?

—Así es. Lo primero que hicimos fue buscar a mis hijos en Morelia, con un grupo que se llama “Hasta encontrarlos”. Ahí duré poco tiempo porque no veía nada, salía a la plaza en Morelia a gritar: “¡¿dónde están mis hijos?!, pero créame que yo creía que era nada más yo la persona que estaba sufriendo esto. Y cuando ya salimos y anduvimos buscando a personas que supuestamente podrían ayudarnos, como Nelson Vargas, Alejandro Martí, Isabel Wallace, que yo decía que estaban viviendo la misma situación y me podrían ayudar, siempre me decían que dejara mis documentos o que los enviara y me darían respuesta, la cual jamás llegaba. 

Cansada de tanto caminar surgió la tragedia de Javier Sicilia y a partir de ahí creo que me cambió la vida, porque cuando el “Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad” surgió, ahí volví a renacer. Ahí por lo menos me enseñaron a luchar con dignidad, con respeto, pero pareciera que esto no cuenta. El gobierno se encargó de disgregar el movimiento, ‘tronarlo’ como lo sabe hacer. Y con mi familia, decidimos crear un grupo que se llama “Familiares en Búsqueda, Mary Herrera”.

—Con una palabra ¿cómo define a sus hijos que están ausentes?

—Juan Salvador: alegre, trabajador, para mí, un padre excelente.

Raúl: una persona muy sencilla, le gusta el futbol y de niño fue monaguillo.

Gustavo: es un muchacho alegre, travieso, juguetón, un padre de familia encantador. Mis hijos casados han sido padres encantadores y la prueba de ello es que los tres que estaban casados, sus esposas los siguen esperando y están en casa, esperando su regreso.

Luis Armando: es un muchacho muy trabajador, cuidadoso.

—¿Qué canción le gusta más?

Me gusta la de Rocío Dúrcal, la que se llama Amor Eterno…

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