El viudo negro

Al día 29/07/2016 08:54 Ricardo Ham Actualizada 08:54
 

Gabriel Arturo Garza Hoth no acertaba a insertar la llave en la cerradura, las temblorosas manos le dificultaban la tarea; abrió la puerta y escuchó los sonidos característicos de la soledad: el crujir de los muebles, el refrigerador trabajando, el burbujeo de la pecera, las manecillas del reloj, algún radio sonando a lo lejos. 

Apenas pasaron un par de horas desde que terminó de firmar todo el papeleo en el velatorio, del viaje al panteón y de recibir los pésames, sinceros o por compromiso, de los asistentes al ritual y su rostro se transformó. 

La memoria le traía algunos recuerdos, de pronto las imágenes golpeaban su mente, el detonar de la pistola lo había ensordecido, ni el ruido de las sirenas lo ayudaban a reaccionar. 

Era momento de dejarse caer en el sofá, pensar cómo sería la vida tras el fallecimiento de su futura esposa. Con la mano derecha secó las pocas lágrimas que le quedaban, apretó bien los ojos asegurándose de que no restara ninguna, se miró al espejo mientras un elegante pañuelo blanco aseaba el resto, su rostro quedo limpió, cerró largamente los ojos, un profundo suspiro era el presagio de un nuevo comienzo, Gabriel alzó la mirada, el reflejo ahora atestiguaba una extraña mueca, era la sonrisa de quien se siente confiado, de quien se sabe seguro de sí mismo, de alguien que en unos días cobraría por tercera ocasión una póliza de seguro por miles de pesos, Gabriel Arturo Garza Hoth nuevamente era el único beneficiario del seguro de vida de su pareja, las anteriores también lo dejaron protegido con unos cientos de miles.

El Viudo Negro dibujaba la sonrisa de quien sabe que se ha salido con la suya.

En mayo de 1997, en la colonia Nápoles de la Ciudad de México, un supuesto intento de robo terminó con la vida de Ana Gloria Gómez Palacio Escudero, sentada a bordo de su automóvil recibió un impacto de bala tras haber sido despojada de todas sus pertenencias; iba acompañada de su futuro esposo, Gabriel Arturo Garza, quien al no haber sido herido, trató de llevar a Gloria al hospital más cercano para que le salvasen la vida, tras fracasar en su intento, tuvo que declarar sobre los hechos ante el Ministerio Público.

Tres meses después, en agosto de 1997, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, encontró motivos suficientes para sospechar que el único testigo del caso había falseado sus declaraciones, las pruebas periciales así lo determinaban, Gabriel Garza, de víctima pasó a ser victimario.

Garza Hoth recibiría tras el homicidio de su prometida, una cantidad cercana a los 400 mil dólares, era el beneficiario de una póliza firmada por la occisa. 

Extrañamente no era la primera vez que el llamado Viudo Negro pasaba por una situación familiar funesta, dos de sus parejas anteriores también fallecieron en circunstancias poco claras, en 1991, su esposa, Soledad Valdez, con quien estuvo casado durante 9 años; falleció víctima de una cardiopatía, el seguro de vida se firmó por un monto de 400 mil pesos a nombre de Gabriel.

En 1992, en la misma colonia Nápoles, fue encontrado el cuerpo sin vida de Marcela Muñoz, pareja sentimental de Garza, fue asesinada a bordo de su automóvil tras recibir impactos de bala de dos armas diferentes, Hoth recibió más de un millón de pesos por el seguro de vida.

La PGJDF en colaboración con la Interpol, localizaron al homicida en España, fue extraditado para recibir una sentencia mayor a los 40 años de prisión sin derecho a salir bajo fianza debido a su alta peligrosidad, mientras tanto, las autoridades tratan de inculparlo por el homicidio de las otras dos mujeres, intento estéril hasta ahora.

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