El monstruo de Indonesia

La roja 27/05/2016 05:00 Ricardo Ham Actualizada 09:28
 

Datuk limpiaba cuidadosamente el enorme frasco de vidrio, no deseaba que por un descuido pudiera caer y romperse. 

Como frecuentemente lo hacía con otros recipientes que coleccionaba, lo preparaba para guardar en ellos macabros contenidos. 

Trataba de asegurarse de que no existiera la mínima mancha en el vidrio, soplaba su aliento y repasaba sobre él una y otra vez la suave tela que eligió para limpiar el recipiente. Un baño de alcohol, agua caliente, nada era suficiente para asegurarse de que el cristal quedara inmaculado. 

Finalmente, el recipiente estaba listo y de una  bolsa de plástico fue sacado el tétrico trofeo. Las manos de Ahmad Suradji, mejor conocido como  Datuk, tomaban con firmeza la carne maloliente de la bolsa, aspiró profundamente el aroma, mientras cerraba los ojos, vociferó unas breves palabras al tiempo que la cabeza cercenada era introducida al frasco.

La sangre manchaba las manos de Datuk mientras colocaba con cuidado el recipiente junto a los demás, al lado de las otras 40 cabezas que resguardaba Ahmad Suradji, El Vampiro de Indonesia.

Datuk tenía un prestigio que crecía rápidamente en las calles de Sumatra, los habitantes de la región veían en él a un brujo poderoso que ayudaba con sus rituales a todo aquel que se acercara. La magia negra que practicaba El Vampiro, fue la causa por la que asesinó a más de 40 mujeres; el indonés no tenía un perfil cerrado respecto a sus víctimas, las edades de las sacrificadas que cayeron en manos de Suradji iban desde niñas de 11 años hasta mujeres mayores de 30.

El respeto que la comunidad le tenía al brujo era mayúsculo, en ocasiones sus consejos iban más en un rubro espiritual que mágico, muchas de sus clientes eran mujeres con problemas de infidelidad que se acercaban a la magia y los rituales en busca de atributos y poderes sexuales que les permitiera “amarrar” a sus parejas. 

Para Datuk, los poderes eróticos que le daba la magia provenían de cada uno de sus 42 víctimas, especialmente de la saliva y sangre que bebía todos los días.

Las rasposas manos de Suradji no sólo mostraban maestría para los rituales y hechizos, su fuerza le ayudaba a estrangular y descuartizar los cuerpos de sus víctimas, los restos los enterraba debajo de una vieja plantación azucarera, mientras que las cabezas las conservaba para regresar a ellas cada que algún hechizo se lo exigiera. 

Pero Datuk no trabajaba solo, sus tres esposas sabían todos los trucos e ingredientes en los hechizos, la “favorita”, de nombre Tumini, incluso le ayudaba a seleccionar las víctimas que pudieran aumentar la magia de El Vampiro. Sin embargo, los poderes de Datuk no lograron que desaparecieran los cadáveres decapitados fuera de su casa, lo que llevó a la policía a detenerlo. 

Con un juicio iniciado en diciembre de 1997, bastaron cuatro  meses de deliberaciones para que El Vampiro y su favorita fueran sentenciados a morir fusilados  diez años después, en julio de 2008.

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